La crisis de la prensa analizada por cuatro veteranos periodistas: “Se hace periodismo por persistencia, por la certeza de que es la última frontera de libertad”
La directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, analiza junto a los periodistas Carlos Fernando Chamorro, Jon Lee Anderson y Martin Baron el avance del autoritarismo y la erosión democrática que amenazan la libertad de prensa


Una silla vacía marcó el paso de una conversación sobre la crisis que atraviesa el periodismo. La silla representaba el lugar que la tarde del miércoles debía ocupar el periodista guatemalteco José Rubén Zamora, encarcelado por denunciar la corrupción de su país, junto a otros colegas destacados de la prensa internacional para discutir los retos que enfrenta una profesión criminalizada por poderes autoritarios en varios países de Centroamérica. La ausencia de Zamora también representó la valentía de un periodismo que es ejercido a pesar de muchos obstáculos.
La discusión sobre el terremoto que trastoca al oficio de contar noticias se llevó a cabo en el marco del Festival Centroamérica cuenta, la iniciativa del escritor y Premio Cervantes Sergio Ramírez para impulsar la literatura y el periodismo en esa región azotada por gobiernos de corte autoritario, de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en Nicaragua, a Nayib Bukele en El Salvador; el populismo feroz de Rodrigo Chaves en Costa Rica, la crisis judicial en Guatemala que persigue y encarcela o la violencia que golpea a los reporteros de Honduras, uno de los países más brutales del mundo para periodistas y defensores de derechos humanos.
Pepa Bueno, directora de EL PAÍS, conversó con el reportero de la revista estadounidense The New Yorker, Jon Lee Anderson; el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, director de la revista Confidencial desterrado de su país, obligado al exilio y cuya nacionalidad fue arrebatada por el régimen de Managua; y el periodista estadounidense Martin Baron, exdirector ejecutivo de The Washington Post. Todas voces potentes del periodismo que desde sus trincheras se enfrentan tanto a dictadores como a auges de gobiernos poco liberales, un fuerte retroceso democrático o políticos que han enarbolado la mentira como forma de obtener el poder.
“El sistema democrático acusa fatiga porque si no responde a las demandas de la ciudadanía, acaba generando insatisfacción. Todos los agentes implicados deben hacer su parte del trabajo para entender esa insatisfacción”, dijo Bueno, quien alertó de una “ruptura del consenso sobre la realidad” en tiempos de bulos, poralización, la estridencia de las redes sociales y ataques a las instituciones democráticas. De hecho, la moderadora de la charla, la periodista guatemalteca Alejandra Gutiérrez Valdizán, recordó que esta se desarrollaba en el Palacio de Cultura de Ciudad de Guatemala, un enorme edificio de estructura neoclásica, lleno de pasillos y columnas que fue construido por órdenes del dictador Jorge Ubico en 1943. Gutiérrez Valdizán notó que esa estructura es más sólida que la frágil democracia centroamericana.
El estadounidense Baron también hizo hincapié en las presiones que los políticos ejercen contra los periodistas, pero también la apretura financiera que sufren los medios, que ha llevado a centenares a echar el cierre en su país, lo que debilita la democracia. “Los medios buscan modelos sostenibles mientras los políticos intentan socavar la confianza del público en la prensa independiente. Es un momento de debilidad de los medios”, aseguró Banon. Una doble crisis, agregó Bueno, la del riesgo de supervivencia y la de la pérdida de credibilidad y confianza de parte de las audiencias.

El caso más palpable de cómo un poder autoritario intenta destruir al periodismo y acallar a los periodistas es el de Ortega en Nicaragua. El dictador, como lo llamaron en la conversación, ha desarrollado un esquema de represión brutal, que ha obligado a decenas de periodistas a dejar Nicaragua, huir al exilio, mientras los ha desnacionalizado y ha confiscado redacciones. La de Chamorro es una de ellas. Chamorro recordó que en su país ya no hay, además, ni un corresponsal extranjero. “En Nicaragua colapsó la democracia, los medios nicaragüenses no fracasamos, seguimos bajo la convicción de hacer periodismo como forma de resistencia frente a la crisis de la democracia y el zarpazo de los autoritarismos”, explicó el periodista, quien dijo que en su país han cerrado más de 50 medios de comunicación.
El director de Confidencial aseguró que a pesar de los problemas que enfrentan los periodistas de su país, siguen haciendo “gran periodismo” y dijo que eso ocurre también en otras naciones asediadas por poderes autoritarios como El Salvador. “Se hace periodismo por persistencia, convicción, por la certeza de que es la última frontera de libertad”, dijo.
El alegado más feroz a favor de la libertad de prensa lo hizo el periodista Jon Lee Anderson, curtido en la reportería de guerras y dictaduras en Centroamérica y África. Anderson, quien participó en la charla a través de video, recordó que políticos autoritarios, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, atacan a la prensa en un enorme esfuerzo por debilitarla. Dijo que la Casa Blanca se ha llenado de “influencers, voceros y periodistas de bolsillo”, que son altavoces de las mentiras que salen desde los pasillos del poder. “Atacan a la prensa ortodoxa, a quienes hemos tenido escuela en el periodismo y ocasión de revelar los talones de Aquiles de los autoritarios. Se ha minado mucho la credibilidad de los medios en occidente, desde que Trump comenzó a cuestionarlos a todos, y periódicos como The Washington Post o The New York Times han ido arrodillándose ante su matonismo”, criticó el veterano periodista.
Anderson señaló que Trump acusó a los periodistas de “ser enemigos del pueblo”, lo que él considera “una declaración de guerra”. “Y quien no lo entiende, agregó, está muy mal”. Se mostró indignado sobre la nula reacción de la prensa ante los ataques de Trump. “Como gremio estamos mal en el sentido de sentarnos delante de alguien que diga cosas así y no lo cuestionemos”, dijo. “Somos claves como gremio para la supervivencia de la democracia. Tenemos que ser militantes a favor del periodismo y por ende de la democracia. Sin la comunicación libre no habrá democracia. Es hora dejar de cuestionar si hay crisis, si no partir de la base de que está y que hay que encontrar soluciones. Perder un poco la imparcialidad a favor de nuestro gremio. Emular lo que hacen los políticos ganando audiencias, saliendo a buscar a la gente que ya no nos cree”, pidió y cerró con una frase que imita la propaganda trumpista: “Make journalism great again”.

Estos veteranos periodistas, sin embargo, hicieron un llamado a no perder la esperanza. Pepa Bueno dijo que un camino para recuperar la confianza del público es hacer un ejercicio de transparencia propio, como el que se exige a los poderes públicos. Que los medios expliquen sus protocolos en la producción de las informaciones, mostrar los valores que defienden, “porque debemos ser veraces, pero no neutrales”, afirmó. Dijo que ese ejercicio de honradez puede ayudar a meter de nuevo al “genio de la brutalidad” en su botella. “De esta también se sale. Alguien dijo hoy que el optimismo es una perversión, entonces soy una pervertida”, remató.
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