El triunfo pírrico de Sheinbaum
Dejaron en el camino la decencia, su descaro de ahora en adelante tiene forma de acordeón y, aun así, ganaron lo más importante: la captura morenista del Poder Judicial es una realidad


Dejaron en el camino la decencia, su descaro de ahora en adelante tiene forma de acordeón, no pudieron ni empatar los números de la llamada revocación de mandato, muchos menos los de hace un año de la presidenta “más popular”, pusieron un nuevo subsuelo a lo que debe ser considerado su voto duro… y aun así, ganaron lo más importante: la captura morenista del Poder Judicial es una realidad.
En política, muchos hechos no valen por sí mismos, sino que reclaman de alguien capaz de hacerse de ellos para el propósito deseado. Por eso, la incapacidad del régimen de motivar y movilizar menos del doce por ciento del padrón sería la mejor noticia para la oposición… sí, y solo sí, hubiera una fuerza opositora que, en efecto, desde la noche de este domingo hubiera capturado el regalo del fracaso morenista.
Para sorpresa de nadie, apenas fueron informadas cifras iniciales de la jornada electoral, una Claudia Sheinbaum sonriente se dio a la labor de festejar resultados de hiel como si de mieles de victoria se tratara. Qué importa la realidad cuando tienes más mecanismos y fuerza para imponer la narrativa que te conviene, incluso frente a un resultado que confirma lo enrevesado del proceso y lo flaco de tu músculo.
Morena, como ese infausto personaje la semana pasada en la Casa Blanca, sonríe a pesar del golpe en la cara; zarandeados, los obradoristas tratan de disimular la pobreza de unos votos que ponen en entredicho la invencibilidad del régimen, el arrastre político de la popularidad de la presidenta y el supuesto dominio territorial de este partido-Estado.
Fue un domingo negro para Morena & acólitos. Sin embargo, no hay motivos para el optimismo. Nada será traducido en clave de lección democrática; nadie en ese grupo pensará que la magra cosecha fue por haber recurrido a trampas, un castigo a elecciones de Estado, un reproche por ser como el PRI de antes y no como la izquierda original.
Puertas adentro del oficialismo quizá haya jaloneos y reproches, mas de cara a la galería todo se tratará de avanzar las fichas que se obtuvieron y de hundir más la imagen de la oposición, que en estricto sentido no supo ni convertir tan raquítica concurrencia a las urnas en una señal de la desaprobación ciudadana por el abuso que de principio a fin fue el proceso del que todavía faltan días de conteo.
El “por ellos votan menos”, utilizado este lunes por la presidenta en contra de la oposición como un muy elemental ardid para que los partidos tradicionales no se mofen de los poquitos millones de votos concitados, es un nuevo y delirante “el PRI robaba más”: tan lógico como revelador de la ausencia de vergüenza política en Morena.
Porque los críticos del régimen esperan una y otra vez que sucedan cosas que no van a ocurrir: nadie va a dimitir. Ni modo que en Morena busquen revisar la actuación del homónimo hijo del prócer, ni modo que haya una autocrítica sobre los llamados servidores de la nación: sería aceptar que violaron la ley, sería reconocer que son derrotables.
Y dado que a lo largo de los días lo más probable es que más esferitas se le caigan a lo que desde el gobierno pretendían vender como un imponente árbol de navidad (uno pletórico de regalos para un nuevo poder judicial), hay que insistir en que cuando se vea que la anulación fue en niveles históricos, o que llegarán jueces con apenas unos votos, Morena no corregirá, no valorará qué hacer rumbo a la otra mitad de la elección judicial en 2027.
En algo tendrá razón Morena para aferrarse a su vergonzoso método: desde ya (porque los todavía ministros y ministras estarán de adorno de aquí al 1 de septiembre) será su Poder Judicial: su Suprema Corte, y su Tribunal Disciplinario. Y desde luego y hoy más que nunca será su Tribunal Electoral y su INE. Sí, a un costo altísimo se adueñaron de los contrapesos y órganos que les faltaban, pero ya son suyos.
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