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Friedrich Merz, canciller de Alemania tras sufrir una sorprendente derrota en la primera votación del Bundestag

El Parlamento elige al líder democristiano con 325 votos a favor y 289 en contra

Merz, tras ser elegido canciller este martes. Foto: Lisi Niesner (REUTERS) | Vídeo: EPV (REUTERS)
Marc Bassets

Friedrich Merz se ha convertido este martes en el nuevo canciller alemán, después de una jornada frenética en la que ha necesitado dos votaciones secretas para ser investido en el cargo y se ha evidenciado la fragilidad de su mayoría con los socialdemócratas. El Bundestag ha elegido esta tarde al democristiano Merz, que sucede al socialdemócrata Olaf Scholz, con 325 votos a favor y 289 en contra. En la votación de la mañana, el nuevo canciller se había quedado a seis votos de la mayoría absoluta, lo que ha sumido por unas horas a Alemania en una crisis política del todo inesperada y sin precedentes.

La elección de Merz cierra una crisis inédita, aunque breve, que había dejado al país en un limbo político, a la Bolsa de Fráncfort nerviosa, a los socios europeos desconcertados y a los legisladores alemanes buscando fórmulas para salir cuanto antes del bloqueo. La rápida solución tras el fracaso del candidato en el primer voto demuestra que los mecanismos de la democracia parlamentaria funcionan, y que Alemania sabe resolver con prontitud accidentes como el de esta investidura. Y permite a la primera economía de Europa, y el país más poblado, tener un canciller y un Gobierno en condiciones de afrontar la recesión y el ascenso de la extrema derecha.

Pero el episodio —el primer voto fallido y el adelanto del segundo al mismo martes para no prolongar la incertidumbre— no es una anécdota, ni un mero accidente. Es el síntoma de la debilidad del Gobierno y la mayoría en un momento de estancamiento económico e inestabilidad internacional. Y es un contratiempo para Merz y para la imagen de Alemania, un país que hasta hace poco era ejemplo de estabilidad, moderación y previsibilidad.

Merz gobernará, como se ha visto este martes, con un Parlamento sin una mayoría sólida y con la extrema derecha como primera fuerza de oposición, con 152 diputados. Los escaños de la coalición, solo 12 más que el umbral de la mayoría, no bastarán para darle siempre la garantía de que sus leyes se aprobarán. Es la realidad de la nueva Alemania, con un paisaje político más fragmentado y polarizado, en realidad más parecido al de otras democracias europeas.

Lo que sucedió durante este 6 de mayo de 2025 se analizará durante tiempo. La coalición de democristianos y socialdemócratas cuenta con 328 escaños, lo que significa que 18 o han votado en contra de su propio candidato o se han abstenido. Al ser el voto secreto, se desconoce su identidad.

Desconcierto en el Bundestag

La sorpresa mayúscula en la primera votación ha sembrado el desconcierto en un Bundestag donde, en unos minutos, se ha pasado de la calma y el ambiente casi festivo de un día de relevo democrático a una agitación inédita. Nunca, desde la fundación de la República Federal en 1949, un canciller había fracasado en la primera votación. En teoría, los socios de coalición llegaron al hemiciclo creyendo tenerlo todo bien atado. No era así.

El resultado ha retrasado varias horas la agenda del día, en la que todo estaba listo para el traspaso de poderes por la mañana. Finalmente, ya avanzada la tarde, y con horas de retraso, el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, pudo nombrar a Merz y este jurar solemnemente el cargo y convertirse en el décimo canciller de la República Federal.

La agenda internacional, que quedó en el aire buena parte de la jornada, sigue en pie. El miércoles visitará París y Varsovia, como estaba previsto. Es una declaración de intenciones, una señal que, tras años de ausencia y pérdida de influencia en Bruselas, Berlín quiere regresar a la tabla de mandos de una Europa que busca rearmarse y hablar con voz propia ante la amenaza de Rusia y el desprecio del estadounidense Donald Trump.

En un mensaje de felicitación por la investidura, el presidente francés, Emmanuel Macron, escribió: “Nos toca hacer que el motor y el reflejo franco-alemán sean más fuertes que nunca. Nos corresponde acelerar nuestra agenda europea de soberanía, seguridad y competitividad”. El primer ministro polaco, Donald Tusk, también felicitó a Merz y lo citó en Varsovia.

El canciller alemán saliente, Olaf Sholz, tras conocer los resultados de la votación.

Para Merz (Brilon, Renania del Norte-Westfalia, 69 años) —un puro producto de la Alemania católica, occidental, europeísta y atlantista de los años del milagro económico— es la culminación de una larga carrera que empezó como europarlamentario en 1989 y continuó como diputado entre 1994 y 2009. Ese año abandonó la política tras perder la lucha de poder en la democracia cristiana ante la entonces canciller Angela Merkel. Trabajó una década en el sector privado y fue directivo en Alemania de BlackRock, el mayor fondo de inversiones del mundo. Regresó en 2021, tras la marcha de Merkel y se impuso en el partido con un giro conservador y renegando de buena parte del legado de su antecesora, más centrista.

Pilares tambaleantes

Junto a los socialdemócratas, Merz gobernará la primera economía de Europa cuando se tambalean algunos pilares de la identidad alemana contemporánea. El primer pilar es la prosperidad, en duda tras media década de estancamiento y una crisis industrial que las guerras comerciales de Trump y la competencia de China pueden agravar. El segundo es la tradicional reticencia a tener unas Fuerzas Armadas robustas y la confianza en la protección militar de EE UU. Tanto Trump como la guerra de Vladímir Putin en Ucrania hacen saltar por los aires esta certeza.

El tercer pilar que se tambalea es el de Alemania como modelo democrático, la patria del consenso y la moderación. El Bundestag que invistió a Merz tiene como primer grupo de oposición a Alternativa para Alemania (AfD), que los servicios de inteligencia acaban de categorizar como “extremista de derechas”. Su posible ilegalización, que exigen políticos de la izquierda y la derecha moderadas, estará sobre la mesa desde el inicio de esta legislatura.

La investidura permitió visualizar una nueva mayoría moderada, una versión ampliada a los poscomunistas de La Izquierda del centro amplio contrario a la extrema derecha. Para convocar la segunda votación a toda prisa y apagar el incendio por el fracaso de la mañana, fueron necesarios dos tercios de la Cámara, entre ellos los de Los Verdes y La Izquierda. Es una novedad: los democristianos aplicaban un cordón sanitario a La Izquierda; ahora esta, a su manera, ha salvado al canciller

Merz ya es canciller. Era el objetivo desde hace años, décadas quizá, y ha llegado. Es lo importante y es posible que el cómo se olvide pronto. Pero sabe que en su propia coalición, o en su partido, hay quien le tiene ganas. Su primera misión será demostrar que no es un pato cojo —no al final de mandato, como es habitual— sino en el mismo momento de asumir el cargo.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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