La OCDE rebaja el crecimiento de la economía global y de España por el auge del proteccionismo
El organismo recorta dos décimas las previsiones para la economía nacional, hasta el 2,4% en 2025


La economía mundial sigue perdiendo impulso. La OCDE ha rebajado sus previsiones de crecimiento global por segunda vez consecutiva, afectadas por el recrudecimiento de las tensiones comerciales, el endurecimiento de las condiciones financieras y el aumento de la incertidumbre política. Si en marzo proyectaba un crecimiento global del 3,1% para 2025, en el informe publicado este martes corrige esa cifra dos décimas a la baja, hasta el 2,9%, el mismo nivel previsto para 2026. Es un frenazo mundial que afecta a las grandes economías, pero cuyos efectos se filtran con especial intensidad por la vía comercial y financiera, arrastrando las expectativas de inversión, consumo y estabilidad.
La OCDE, que ya en primavera había detectado señales de enfriamiento, atribuye ahora abiertamente el deterioro a la creciente fragmentación del comercio internacional. El nuevo informe pone el foco en los recientes aumentos arancelarios impulsados por Estados Unidos, así como en las medidas de represalia adoptadas por China y otros socios comerciales. “La economía mundial ha dejado atrás un periodo de crecimiento resiliente y de descenso de la inflación y se adentra en una senda más incierta”, ha insistido el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, en la presentación del informe.
En efecto, la política comercial, convertida en una herramienta electoral por el presidente republicano, Donald Trump, está lastrando el crecimiento en lugar de estimularlo. Y lo hace en un contexto en el que la demanda privada muestra signos de agotamiento y la política monetaria sigue condicionada a los vaivenes de los precios. Al respecto, el organismo insiste en que “los bancos centrales deberían permanecer vigilantes dada la mayor incertidumbre y la posibilidad de que los aumentos iniciales en los costos comerciales impulsen las presiones salariales y de precios en términos más generales”.
El ajuste en las previsiones de crecimiento es generalizado, pero más severo en las grandes potencias. Estados Unidos, que en marzo contaba con una previsión del 2,2% para 2025, cae ahora al 1,6%. Para 2026, el crecimiento se limitaría a un exiguo 1,5%. Las nuevas barreras comerciales, que encarecen el coste de las importaciones y dificultan la fluidez de las cadenas de valor, ya han empezado a afectar a la inversión privada y a la industria manufacturera. En Canadá y México, socios comerciales clave de Washington, la OCDE también recorta expectativas y anticipa un escenario de estancamiento o recesión técnica si las medidas de represalia se intensifican.
China, la segunda gran víctima de la nueva oleada proteccionista, también se ve afectada. Su economía crecerá un 4,7% en 2025 y un 4,3% en 2026, frente al 4,8% y 4,4% previstos hace unos meses. El organismo con sede en París subraya que el país asiático ya sufre una desaceleración estructural, agravada ahora por el deterioro de su comercio exterior y una inversión interna lastrada por la incertidumbre.
En Europa, el panorama es más heterogéneo, pero el viento de cara también se siente. En el conjunto del bloque se mantienen las previsiones de marzo, con un repunte del PIB del 1,0% en 2025 y un 1,2% en 2026. Alemania, locomotora exportadora del continente, sigue atrapada en la misma dinámica de bajo crecimiento: apenas un 0,4% en 2025 y un 1,2% en 2026. Francia, por su parte, sufre una nueva rebaja. La estimación es que su PIB aumente un 0,6% este año, dos décimas menos que en las previsiones previas. La OCDE advierte de que las tensiones comerciales —especialmente los aranceles cruzados entre Washington y Pekín— afectan indirectamente a la industria europea, tanto por el aumento de costes como por la caída de la demanda externa.
España no escapa a ese entorno más frágil, y sufre también una revisión a la baja respecto a las previsiones del primer trimestre. El informe de junio proyecta un crecimiento del 2,4% en 2025 y del 1,9% en 2026, dos décimas menos para cada año. Aun así, la economía española mantiene un comportamiento relativamente sólido en el conjunto europeo. La OCDE destaca el empuje del consumo privado, la mejora de las rentas reales y, sobre todo, el tirón del sector servicios, impulsado por un turismo muy dinámico. Las cifras muestran que en 2025, España tendría un saldo a favor de cuenta corriente del 2,8% del PIB, gracias sobre todo al superávit en servicios —especialmente del sector turístico—. En cualquier caso, el documento también advierte que los sectores exportadores de maquinaria y productos agroalimentarios podrían verse afectados por los nuevos aranceles de la Casa Blanca, aunque su peso en el total de las ventas al exterior es limitado en comparación con otras economías europeas.
El organismo alerta de que el deterioro del entorno comercial está reavivando tensiones inflacionistas en algunos países. Aunque la tendencia general sigue apuntando a una moderación de los precios, los nuevos costes comerciales derivados de la guerra comercial podrían trasladarse rápidamente a los precios al consumidor, sobre todo en economías con mercados laborales tensionados o una alta dependencia exterior. Estados Unidos es el caso más claro; la previsión es que los precios repunten un 3,9% para finales de año debido al encarecimiento de las importaciones.
Además del riesgo inflacionario, el informe advierte de que el deterioro comercial podría tener consecuencias fiscales. Una recuperación más débil y prolongada supone menores ingresos públicos, justo cuando la mayoría de los gobiernos necesita mantener márgenes para atender demandas crecientes en defensa, digitalización o transición energética. En este sentido, la OCDE insiste en la necesidad de preservar la sostenibilidad fiscal y recomienda revisar prioridades de gasto y avanzar en reformas estructurales que mejoren la eficiencia del sector público.
Frente a este panorama, el organismo plantea un escenario alternativo: si se revierte la tendencia al proteccionismo y se retoma la senda de cooperación internacional, el crecimiento global podría ser medio punto porcentual superior en los próximos dos años. La relajación de aranceles, una mayor estabilidad política y una resolución pacífica de los conflictos geopolíticos —como la guerra en Ucrania o la tensión en Oriente Medio— también contribuirían a restaurar la confianza y estimular la inversión.
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