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Junqueras cumple cuatro meses al frente de ERC: a la espera de la amnistía y el debate sobre pactar con el PSC

Los republicanos encaran la última fase de su larguísimo congreso, con la elección de las direcciones regionales

El presidente de ERC, Oriol Junqueras (d), y la secretaria general del partido, Elisenda Alamany (i), durante la Fiesta de la República.
Camilo S. Baquero

Hace poco más de cuatro meses que el tándem Oriol Junqueras – Elisenda Alamany se alzó con el triunfo en la votación para elegir la nueva cúpula de Esquerra Republicana (ERC). El exvicepresident se impuso por diez puntos porcentuales a Xavier Godàs, teniendo que enfrentarse así al reto de recoser una formación profundamente dividida. El balance de este tiempo tiene luces y sombras. La flamante dirección consiguió aprobar sus ponencias en la Asamblea de marzo, donde neutralizó a sus detractores, y ahora está a la espera de cómo se resuelven las votaciones de las direcciones regionales. En esa última fase del larguísimo congreso de ERC, los ojos están puestos en Barcelona, donde está sobre la mesa la entrada al Ejecutivo municipal del PSC. Junqueras, además, está a la espera de qué sucede con su amnistía, que le podría abrir la puerta a ser el presidenciable a la Generalitat.

La reunión semanal de la permanente de los republicanos, el pasado lunes, evaluó el desempeño de estos meses. “Somos la nueva ERC, la que dice lo que hace y hace lo que dice”, aseguró en rueda de prensa el vicesecretario de Comunicación del partido, Isaac Albert. Se trata de una frase que de alguna manera intenta marcar distancias con la anterior cúpula, que hasta junio del año pasado compartieron Junqueras y la exsecretaria general Marta Rovira.

Tal vez la primera carpeta que tenía que resolver el tándem Junqueras – Alamany era la de recoser un partido arrasado por la pugna interna. Mientras que desde la dirección remarcan que “la ambición y la previsibilidad” son los signos de la nueva etapa, la valoración que hacen los críticos es muy distinta. “Entusiasmo cero, la militancia está aún a la expectativa”, cree Godàs. Mientras que en las votaciones donde se dirimió la nueva dirección la participación superó el 80% del censo (poco más de 8.000 militantes de censo), en las votaciones de las tres ponencias, en marzo, solo se contaron de media unos 700 brazos.

Más allá de la aparente desmovilización, los textos preparados por el equipo de Junqueras lograron porcentajes aplastantes de apoyo, más del 89%. En parte ayudó la capacidad negociadora de todas las enmiendas, pero también la decisión del grupo promotor de la candidatura que encabezó Godàs de retirar las suyas y que buscaban acotar el mandato y las ambiciones políticas tanto de Junqueras como de Alamany. Su intención era dejar claro el límite de mandatos al frente del partido y hacer incompatibles los cargos orgánicos con los institucionales. En el entorno de Junqueras, como en Junts, esperan que antes del verano el Constitucional se pronuncie sobre la amnistía y así quede claro si el exvicepresident tiene el camino libre para al menos intentar llegar al Palau de la Generalitat.

Tras la decisión de las listas que pugnaron contra la de Junqueras de no participar en la redacción de las ponencias, la apuesta por no alargar el pulso en su votación se entendió de alguna manera como un guiño al acercamiento. Pero todo saltó por los aires con la presentación del informe de la llamada Comisión de la Verdad con que Junqueras quería aclarar la existencia de la estructura b que permitió los carteles denigrantes sobre los Maragall. Los cercanos a Rovira lo vivieron como una afrenta y un escarnio, la consumación de la venganza personal de Junqueras contra parte de sus excolaboradores.

Las ponencias, gracias a una enmienda del entorno del exdiputado en el Congreso Joan Tardà, fijó un marco de “relación con el socialismo catalán que combine confrontación y colaboración”. Albert, de hecho, quiso el lunes pasado el centro del balance del cuatrimestre. “Hemos marcado la agenda y hemos forzado a los socialistas a que se muevan”, explicó. Los ejemplos: que se avinieran en el Parlament a aprobar una regulación de los alquileres de temporada que antes rechazaron ―votaron en contra a la propuesta del entonces Govern de Pere Aragonès― o finalmente comience a andar el traspaso de Rodalies o la quita de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), dos compromisos pendientes desde la investidura de Pedro Sánchez en diciembre de 2023.

“Somos una ERC que no se enfada y que hace servir sus votos y experiencia para llegar a buenos acuerdo para el país”, defendió Albert. Godàs lo ve de manera diferente. “Todo lo que la nueva dirección vende como ganancia suya es lo que ya estaba predeterminado”, asegura, en referencia al pacto de investidura que Rovira selló con los de Salvador Illa. “Hay elementos de confrontación política con los socialistas que no se están abordando, como el fin del conflicto político”, añade. Y pone ahí un ejemplo: la puesta en marcha de la convención de resolución del conflicto que tenía que votar el Parlament o la oficina de seguimiento de la amnistía.

Desde la dirección de ERC responden que esa convención verá la luz pronto y niegan sesiones al PSC. La confrontación y colaboración, por ejemplo, vivirá su test de estrés con la decisión que la nueva dirección de la Federación republicana en Barcelona tome sobre si entrar o no al Ejecutivo de Jaume Collboni. Pese a que esta opción ha perdido peso tras un año en el cajón-el propio Junqueras la defendía hace solo un año y la secretaria general fue su ideóloga- la relación son los socialistas parece ir cambiando de tercio. Tanto que el pasado 22 de febrero llegó la primera foto de ambos en el Palau. La negociación de los suplementos de crédito y de los Presupuestos catalanes de 2026 serán la prueba del algodón para esa relación.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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