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China tiende una mano a Latinoamérica como alternativa al “unilateralismo y el proteccionismo” de Trump

Xi promete en un foro en Pekín una línea de crédito de 8.250 millones de euros e inversiones para una región donde rivaliza con Washington

Xi Jinping y Luiz Inácio Lula da Silva
Guillermo Abril

Una de las leyes básicas de la geopolítica en un mundo azotado por los constantes manotazos del presidente estadounidense, Donald Trump, es que China aprovecha cada hueco para tratar de expandir su influencia política y económica. Región a región, la República Popular prosigue con su cortejo. El líder chino, Xi Jinping, ha tendido una mano este martes a los países de Latinoamérica y el Caribe, a los que ha ofrecido trabajar juntos “ante las turbulencias geopolíticas” y “la contracorriente recrudecida del unilateralismo y el proteccionismo”, según ha dicho en el discurso inaugural de la reunión de Ministros de Exteriores de China y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac), celebrada este martes en Pekín.

En el encuentro, Xi ha prometido una nueva línea de crédito por valor de 66.000 millones de yuanes (unos 8.250 millones de euros), se ha comprometido a incrementar las importaciones desde la región, y ha asegurado que China animará a sus empresas a aumentar las inversiones.

Para la cita, de nivel ministerial, China ha logrado convocar a pesos pesados de la política latinoamericana, subrayando la relevancia que la potencia asiática le confiere a la profundización de los lazos. Flanqueando a Xi, en primera fila durante el acto de apertura, estaban el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el colombiano, Gustavo Petro, y el de Chile, Gabriel Boric, jefes de Estado de tres de las cinco principales economías de la región.

El foro también ha ofrecido la oportunidad de escuchar al dirigente chino por primera vez desde la tregua parcial de 90 días en la guerra comercial entre Washington y Pekín, sellada en la víspera. “No hay ganadores en las guerras arancelarias y comerciales”, ha dicho Xi. “Y practicar conductas intimidatorias y prepotentes no sirve sino para aislarse a sí mismo”.

Su mensaje llega cuando numerosos países de la región negocian acuerdos comerciales con Washington, tras la andanada tarifaria de Trump. La consigna de Xi ha sido muy similar a la de anteriores ocasiones: un dardo velado contra Estados Unidos, aunque sin nombrar al país. Y, acto seguido, una llamada a la cooperación con “el sur global”, categoría en la que se ha autoincluido. “La independencia y la autonomía son nuestra gloriosa tradición”, ha afirmado. “El desarrollo y la revitalización son nuestro derecho inherente”.

Los peones de China llevan años avanzando en la región latinoamericana, de la que se ha convertido en el segundo socio comercial, por detrás de EE UU. Para varios países, como Brasil, Chile y Perú, ya es el primero. Los intercambios superaron en 2024 los 500.000 millones de dólares (unos 450.000 millones de euros), 40 veces el volumen de principios de este siglo, según cifras oficiales chinas. Y 20 de los 33 Estados que forman la Celac pertenecen a la Nueva Ruta de la Seda, el megaprograma de infraestructuras con el que China busca expandir su influencia global.

De EE UU hacia abajo, Pekín ve una pieza central en su mapa de abastecimiento de recursos, y un destino de inversiones en numerosos sectores —de la extracción de litio en Argentina a un puerto de aguas profundas en Perú—, además de un potencial granero de aliados en el camino a la “multipolaridad”, palabra que los líderes chinos usan de forma habitual como sinónimo de un mundo en el que EE UU va perdiendo peso.

Latinoamérica es uno de esos puntos donde cobra forma el choque entre superpotencias: ahí está, por ejemplo, el caso de Panamá, hasta ahora uno de los grandes socios de Pekín, y también uno de los primeros blancos de Trump al aterrizar en la Casa Blanca. EE UU quiere retomar el control del Canal de Panamá, una infraestructura estratégica de las rutas marítimas de comercio.

En febrero, el país centroamericano anunció que abandonaba el club de la Ruta de la Seda china; poco después, la empresa hongkonesa CK Hutchison, que controlaba dos puertos del Canal, anunció su venta a un consorcio dirigido por el fondo estadounidense BlackRock. El acuerdo, bajo la lupa de Washington y Pekín, está siendo revisado por el regulador del mercado chino.

El resultado: Panamá no ha enviado a ningún cargo ministerial a la reunión de este martes en Pekín y la delegación tenía solo dos asientos reservados.

Colombia, en cambio, tenía un buen puñado de sillas en el acto. Gustavo Petro anunció la víspera, desde la Gran Muralla, que su país —aliado tradicional de Estados Unidos en Latinoamérica— firmará esta semana un memorando de entendimiento para adherirse a la Nueva Ruta de la Seda, lo que despertará muy probablemente recelos en Washington.

El primer presidente de izquierdas de la Colombia contemporánea ha defendido en un discurso este martes, inmediatamente después del de Xi, la necesidad de que Latinoamérica establezca un “diálogo horizontal” con otras regiones del mundo “libre de autoritarismos y de imperialismos”.

En la misma línea se ha pronunciado el presidente de Chile, Gabriel Boric, que ha defendido durante su intervención en el acto inaugural la libertad de asociación más allá de los bandos: “Queremos encontrarnos con todos los pueblos, no tener que optar por uno u otro por imposición”.

“Nuestra región no quiere ser escenario de disputas hegemónicas”, ha afirmado también Lula Da Silva en su discurso. El brasileño, uno de los principales socios de China en el continente americano, aterrizó en Pekín el domingo después de asistir la semana pasada al desfile del Día de la Victoria en Moscú. “No queremos repetir la historia y provocar una nueva Guerra Fría”, ha defendido. También ha afirmado que el actual sistema de gobernanza global “ya no refleja la diversidad que habita la Tierra”, y ha cargado contra las distorsiones del comercio internacional y el desequilibrio entre naciones: “Imponer aranceles arbitrarios solo empeora la situación”.

Lula ha reclamado que la colaboración con China “contribuya a fortalecer la industria y la innovación en la región” y ha advertido, también, del riesgo de caer en excesivas dependencias con ningún bloque. El futuro de la región “no depende de nadie”, ha asegurado. “No depende del presidente Xi Jinping. No depende de Estados Unidos. No depende de la Unión Europea. Depende, pura y simplemente, de si queremos ser grandes o si queremos seguir siendo pequeños”, ha añadido.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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