Salto de Castro, el pueblo abandonado de Zamora que construyó Iberdrola y que un estadounidense quiere convertir en complejo turístico
Se construyó en 1946 para dar cobijo a los trabajadores de la presa. Está abandonado desde 1989, ha estado a la venta en Idealista y Jason Lee lo ha comprado por 310.000 euros

Caminar (con mucho cuidado) por el interior de los edificios abandonados de Salto de Castro provoca una mezcla de miedo y alucinación. Cuesta imaginarse a los niños y niñas cruzando esas puertas ahora desnudas. Correteando por el “paraíso”, así lo define Ángel Encinas, que pasó allí algunos de sus primeros años de vida. La degradación y el vandalismo han hecho mucha mella en este idílico lugar que marca el límite entre España y Portugal, allá donde confluyen el arroyo de la Ribera y el río Duero.
La realidad es que ya no hay niños, ni voces. Ni vida. La única banda sonora es la de las abejas y los moscardones en imperfecto crisol con el canto de los pájaros. Aunque quizá todo esto cambie, y otros niños, como en su día hizo Encinas, vuelvan a llevar la alegría a estas paredes. Es el propósito de Jason Lee Beckwith, un estadounidense que ha comprado el pueblo por 310.000 dólares y que pretende convertirlo en un complejo turístico.
En conversación con EL PAÍS, Lee asegura que, después de su tercer infarto, decidió dejar su trabajo en una imprenta (el que había desarrollado toda la vida) para abrir un hostal. Cinco años después lo vendió y se tomó un año sabático. Posteriormente, su esposa y él decidieron abrir otro y fue entonces cuando encontró “el paraíso” (también él utiliza ese término) en Zamora. Tiene un apartamento en la capital y a finales de 2025 espera vivir a tiempo completo a orillas del Duero. “No me traigo California a Zamora, la dejo atrás y mi vida estará en España”, destaca.

A la venta en Idealista
Salto de Castro, indican en el trabajo El archivo histórico de Iberdrola y la industria eléctrica en España, fue construido por Iberduero (ahora Iberdrola) en 1946 y comenzó a producir energía en 1952. Forma parte de la Lista Roja de Hispania Nostra, en la que explican que se creó “con la finalidad de proporcionar una vivienda y una serie de servicios a las familias de los obreros que trabajaban en la construcción de la presa de Castro”: “Tras el traslado del puesto de la Guardia Civil existente en el poblado, así como de los propios trabajadores que permanecían allí en 1989 y que continuaban trabajando en la presa, la localidad quedó abandonada”.
Antes de ser propiedad de Lee, Salto de Castro pasó por otras manos. A principios de los 2000, detallan en Idealista —donde se anunció—, una familia se lo compró a Iberdrola. También querían convertirlo en un espacio para el turismo, pero “sus planes se truncaron con la crisis de 2008”.
En el portal inmobiliario detallan que el pueblo tiene 44 viviendas, de las cuales cinco son independientes. También hay un bar, una iglesia y una escuela con varias aulas, así como una hospedería con proyecto para ejecutar 14 habitaciones, con salón-comedor y lavandería. Además de un antiguo cuartel de la Guardia Civil, una piscina y zonas deportivas.
La realidad es que actualmente cuesta distinguir estas infraestructuras. El “salvajismo”, expresión que usa Ángel Encinas (hijo de guardia civil destinado en Salto de Castro), ha multiplicado el deterioro natural fruto del tiempo. Ya adulto, y miembro de Ecologistas Zamora (que se desvinculó años atrás de Ecologistas en Acción Castilla y León), recuerda que esa fue su primera escuela. Se muestra esperanzado en su recuperación, puesto que “está muy bien construido, con materiales muy resistentes”.
Los antiguos propietarios cifraban en dos millones de euros el dinero que habría que invertir para su rehabilitación. Lee va más allá: entre cuatro y siete millones de dólares, aunque asevera que tendrá un presupuesto mucho más detallado después del verano.

Un lugar para disfrutar, sin importar el presupuesto
Lo que tiene en mente el propietario es hacer un gran complejo vacacional (hotel/hostal) y alquileres a largo plazo para quienes deseen vivir a tiempo completo allí. En la iglesia, aparte de servicios religiosos, pretende organizar eventos especiales como bodas o conciertos. Confía en tener la primera fase operativa en dos años. Esta consistirá en el edificio principal, que albergará el primer grupo de alojamientos, así como un restaurante de varios niveles, un espacio para vendedores y la iglesia. También se incluirá un centro de bienvenida, la piscina/área recreativa y la zona de barbacoa y pícnic.
Lee aclara que el complejo turístico de Salto de Castro que él dibuja en su cabeza “será un lugar que todos podrán disfrutar, sin importar su presupuesto”. Y no estará cerrado: “Haré posible que la gente de la zona traiga a sus familias a nadar en la piscina y hacer un pícnic. Todos serán bienvenidos en mi villa”, enfatiza.
Hay dos elementos basilares para el devenir del proyecto: el pecuniario y el medioambiental. Respecto al primero, el dueño afirma que está buscando inversores por todo el mundo y que solicitarán subvenciones. “Tanto el Gobierno de España como la Unión Europea se han comprometido a ayudar y motivar a la gente a repoblar la España desierta”, comenta en una suerte de llamada de atención a las istraciones.
En pleno parque de Arribes del Duero
Salto de Castro está en el parque natural de Arribes del Duero y también es un entorno natural protegido por la Unesco. El propietario sabe que deberá superar varios filtros para sacar adelante su complejo. De momento, como informa a este periódico Sergio López, alcalde de Fonfría (término municipal al que pertenece), no ha habido ninguna solicitud formal, aunque sí se ha reunido con un grupo de arquitectos de Madrid con el que habló de las licencias, infraestructuras, etc.
El edil recibe con “expectación, ilusión y los brazos abiertos” el proyecto, pero también es consciente de que no es fácil y de que tentativas anteriores se quedaron en nada. López señala que “el sitio es una pasada” y que la opción de darle una salida turística es “de las más viables”.
También lo ve con buenos ojos Encinas, siempre y cuando sea para hacer un “turismo lento, sostenible, y, por supuesto, con las limitaciones que imponga el hecho de ser un parque natural”.

No lo perciben de la misma manera en su exorganización. Desde Ecologistas en Acción Castilla y León señalan que es un espacio que forma parte de la Red Natura 2000 y que “la instalación de un complejo turístico sería contrario a los objetivos de conservación del lugar”. Consideran que el turismo, “como única actividad no es la solución para dinamizar los núcleos rurales: no creará cohesión social, ni integración, ni fijará población”.
En opinión de este colectivo, “habría que invertir en la población de los núcleos urbanos que ya existen y no en crear reductos destinados a un turismo que generará afecciones, mientras el grueso de los beneficios económicos se dirigirá básicamente a sus propietarios”. ¿Y cuál es su propuesta para evitar que la degradación sea total? “Cabría la posibilidad de conservar ese asentamiento si se tratase de una propiedad y una gestión pública, utilizado como recurso turístico a visitar, sin posibilidad de pernoctación y lo más lógico sería que fuese desde el municipio de Fonfría”, subraya la organización ecologista.
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