La OCDE constata los efectos de la inflación en el IRPF: los trabajadores soportan una mayor carga fiscal sobre su sueldo
El 40,6% del coste laboral de un asalariado de España se destinó a impuestos y cotizaciones sociales en 2024, casi medio punto más que un año antes


La OCDE ha puesto cifras a una realidad que los trabajadores ya podían intuir en sus nóminas: el peso de los impuestos sobre los salarios ha aumentado como consecuencia de la falta de actualización del IRPF a la inflación en la mayoría de los países desarrollados. España no escapa a esta tendencia general, y el organismo lo deja claro al constatar un incremento durante 2024 en la denominada “cuña fiscal”, es decir, la diferencia entre lo que paga un empleador por un trabajador y la cantidad que este recibe en neto posteriormente en su cuenta corriente.
El informe Taxing Wages 2025, publicado este miércoles por el club que reúne a las economías desarrolladas, explica que la cuña fiscal para un trabajador soltero sin hijos con un salario medio se situó en un 40,6% del coste laboral total en España en 2024, lo que supone un aumento de 0,41 puntos porcentuales respecto al ejercicio previo. La mayor parte de ese incremento proviene del impuesto sobre la renta (0,35 puntos de la subida), ya que las cotizaciones sociales del trabajador apenas aumentaron (tan solo 0,01 puntos) y las del empleador se mantuvieron prácticamente estables (un tímido repunte de 0,05 puntos).
Esta pérdida de ingresos netos, aunque moderada, es sintomática de un fenómeno más amplio que la OCDE destaca en su análisis: en muchos países, el impuesto sobre la renta no se ha ajustado de forma suficiente o automática a la inflación. Es decir, los salarios han crecido por encima de los tramos y deducciones contempladas en el diseño del gravamen, lo que ha empujado a los trabajadores a pagar un porcentaje mayor de su nómina en impuestos sin que su poder adquisitivo real haya mejorado. Este efecto, conocido como progresividad en frío, se produce automáticamente en sistemas tributarios marcados por la progresividad ―como el español―, y aparece cuando no se acompasa la escala del impuesto al ritmo del coste de la vida. Es una tendencia que el organismo ya observó en los últimos años, cuando la escalada de precios marcó cotas no vistas en años y muchos Gobiernos, como el español, decidieron no actualizar el gravamen. Desde 2021, la carga fiscal sobre el trabajo ha crecido en España alrededor de un punto porcentual, pasando del 39,5% al 40,6%.
La progresividad en frío se combate con la deflactación, es decir, un ajuste de los tramos del impuesto que coge como referencia al IPC. El Ministerio de Hacienda se ha negado en los últimos años a utilizar esta fórmula, explicando que beneficiaría de forma desproporcionada a las rentas más altas, que están en los tramos superiores del impuesto y se beneficiarían de las rebajas en los peldaños inferiores. Por eso, el Gobierno ha defendido hasta la fecha otras fórmulas focalizadas en las rentas bajas, como la ampliación de la reducción por rendimientos del trabajo. Esta medida, según sus cálculos, permite que un contribuyente con un salario bruto de 20.000 euros pague actualmente un 24% menos en concepto de IRPF en comparación con lo que abonaba en 2018.
También este miércoles, Fedea, un grupo de estudios que siempre ha criticado la no deflactación, sostiene que las rentas más bajas sí se han beneficiado en los últimos años de una rebaja fiscal, canalizada a través de una mejora de la reducción por rentas del trabajo. Sin embargo, insiste en que la inmensa mayoría de los contribuyentes pagan un tipo medio de IRPF significativamente superior por la inflación.
El caso español se inscribe en una tendencia general observada en los países de la OCDE. En 2024, la cuña fiscal media aumentó en 20 de los 38 países analizados en el informe, mientras que permaneció igual en tres y disminuyó en 15. Para un trabajador soltero, sin hijos y con un salario medio, la cuña se elevó hasta un promedio del 34,9%, un incremento de 0,05 puntos porcentuales respecto al año anterior. España, con su 40,6%, está claramente por encima de la media, aunque muy por debajo de países como Bélgica (52,6%), Alemania (47,9%), Francia (47,2%), Italia (47,1%) o Austria (47%), entre otros.
En 14 de los 20 países donde se incrementó la cuña fiscal, la OCDE atribuye la causa principal al aumento del impuesto sobre la renta como porcentaje del coste laboral, debido a que los salarios nominales crecieron más que los umbrales fiscales. “En países donde no hubo cambios en la estructura del impuesto (como Australia, Grecia, Corea del Sur, Letonia, México, Polonia, Eslovenia y España), este aumento se explica por el crecimiento nominal de los salarios”, explica el organismo. “Si los umbrales del impuesto suben menos que los salarios, se genera un aumento efectivo del impuesto debido a la progresividad del sistema”, añade.
Pero el aumento de la cuña fiscal también tiene otras causas. En Italia, con una subida de este indicador de 1,61 puntos (el más alto de la OCDE), se explica porque el salario medio superó el umbral que permite una reducción en las cotizaciones sociales. Eslovenia también registró un fuerte aumento, de 1,44 puntos, tras introducir una contribución obligatoria fija al seguro de salud. En el extremo opuesto, Portugal, Reino Unido y Finlandia lograron reducir significativamente la cuña fiscal, con una rebaja superior al punto y medio porcentual.
El fenómeno también ha tenido incidencia en otro tipo de perfiles, además del soltero sin hijos. El organismo, por ejemplo, explica que una pareja de asalariados con hijos vio incrementada su cuña fiscal en 2024 hasta el 37,9%, una subida de 0,78 puntos, de los que 0,75 se explicarían por el IRPF. La cuña también creció en el caso de una familia en la que solo hay un asalariado. El único hogar cuya cuña fiscal disminuyó fue el de un padre o madre soltero con dos hijos y un ingreso del 67% del salario promedio. “En 2024, esta cuña fiscal cayó 0,38 puntos hasta el 15,8%”, recalca la OCDE.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
