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Vivir en la simulación (cuántica): cuando el arte explica la física que nadie entiende

Multiversos, teletransportación y universos paralelos: avances científicos acaparan ficciones y ensayos mientras la Red imagina realidades deseadas y sospecha de la que vivimos

'Brújula' (2025), obra de la artista chilena Nicole L’Huillier incluida en la exposición 'Visiones cuánticas', en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de San Sebastián. La escultura se puede tocar y reacciona a la voz del visitante.
Noelia Ramírez

“Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica”. Algo ha roto la profecía que parecía autocumplida y que entonó el físico teórico Richard Feynman en una conferencia en 1964. Lejos de criticar al estamento científico, la famosa cita invitaba a asumir la brecha de complejidad en la comprensión de una mecánica llamada a revolucionarlo todo.

Si hace un siglo irrumpieron las primeras teorías que dinamitaron la concepción del universo —el principio de incertidumbre de Heisenberg sobre cómo en el estado subatómico la realidad es de carácter inmedible se presentó en Copenhague en 1927—, han sido las últimas dos décadas las que han acelerado y expandido una nueva cosmovisión con su segunda revolución, la de la supercomputación cuántica, esa tecnología a la que mira toda grande tecnológica y que baraja cifras de inversión millonaria. La expectación tiene lógica: en 2017 varios científicos chinos lograron teletransportar un fotón desde la Tierra a un satélite a una distancia de más de 500 kilómetros y ahora son los cúbits (la unidad básica de información en computación cuántica) los que también se teletransportan y abren la vía del internet cuántico, pudiendo resolver en pocos minutos problemas que a un ordenador normal con bits le costaría años. Avances que nos acercan cada vez más a saber si el físico Asher Peres tenía razón en 1993 cuando afirmó poéticamente que en caso de poder teletransportarnos, solo nuestra alma (y no el cuerpo) podría hacerlo.

Ahora que sabemos que en el nanoverso no existe el sentido común ni las cosas caen por su propio peso, ¿qué historias nos estamos contando para dar sentido a un escenario llamado a descolocarnos? Si esas narraciones y representaciones llegan, además, en tiempos de asfixia política y social, ¿qué bifurcaciones ha tomado la trama cuántica cuando internet y el conspiracionismo de las redes han acelerado el proceso de desconfianza del principio de realidad?

Abrazar la incertidumbre

Si Mónica Bello tuviera que recomendar una película sobre mecánica cuántica, no se quedaría con ninguna de Christopher Nolan. “Con cada proyecto, Nolan envía a Ginebra a su equipo para investigar y es muy preciso con la ciencia en sus guiones, pero yo abogo mucho más por Denis Villeneuve. La llegada (Arrival), sobre la imposibilidad de entender al otro y la transformación del mundo, es una película que se comenta mucho más en el CERN”, dice la directora de Arts at CERN en una de las salas del Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de San Sebastián.

Estamos a finales de febrero y la gallega, que lleva una década instalada en Suiza mediando entre artistas y científicos en el laboratorio de investigación básica más importante del mundo, es la encargada de inaugurar la exposición Visiones cuánticas. En esta muestra sobre la intersección entre arte y ciencia que ha comisionado, en la que también colabora el centro de investigación Donostia International Physics Center (DIPC) y el estudio Morgan Crea, Bello ha seleccionado a 11 artistas nacionales e internacionales para responder a la pregunta del millón: “Si el universo es cuántico, ¿cómo podemos asimilar esta idea?”. El resultado son 11 propuestas que después se exhibirán en centros artísticos de Eindhoven (MU) o Basel (HEK) y que ofrecen miradas muy particulares al gran rompecabezas de la física cuántica. Un reto hasta para el estamento científico, que lleva décadas tratando de divulgar y hacer comprensibles las dinámicas del mundo subatómico mientras los humanos sobrevivimos descolocados en el mundo clásico, limitados por el lenguaje y las representaciones del tiempo, espacio y materia.

'Probable Drawings' (2025), de Semiconductor (Ruth Jarman & Joe Gerhardt), en la exposición 'Visiones cuánticas' de Tabakalera de San Sebastián. En la obra, una serie de dibujos reflexionan sobre lo incierto de la cuántica. Cada dibujo está hecho con una sola línea continua, que representa los orbitales electrónicos, zonas donde los electrones podrían estar, pero nunca con total certeza.

“[El físico] Paul Dirac decía que la física cuántica es filosofía experimental, pero ya no estamos en ese lugar. Las tecnologías cuánticas ya se pueden probar, hay evidencias y se puede decir: ‘Esto es cuántico’. A un artista o una persona curiosa, esta afirmación le entusiasma porque constata que esa intuición que se tenía de la posibilidad de ese mundo ya se ha probado experimentalmente”, aclara esta pionera, responsable de trazar la genealogía del arte cuántico.

Bello ha asistido a una media de unos 200 artistas en los 10 años que lleva en el CERN y en 2019 fue la responsable de coordinar la exposición Cuántica en el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (­CCCB). La comisaria e historiadora del arte percibe un salto evolutivo y una “confianza mucho más especulativa” en la intuición que conecta a artistas y científicos para imaginar, parafraseando la teoría del especialista en gravedad cuántica Bryce DeWitt, la interpretación de los muchos mundos posibles. “Diez años parece poco, pero en los artistas han sedimentado ya unas competencias, una confianza y una mirada hacia la física que no teníamos antes”, destaca.

Para la cineasta Camborda, pasar por el CERN ha sido “un viaje abrumador, intenso y complejo, donde todo es enorme, trascendental, enorme y minúsculo a la vez”

Explorando los fundamentos de la indeterminación, la probabilidad y la incertidumbre, entre las 11 propuestas de Visiones cuánticas destaca Ensayo fílmico sobre la sordoceguera, de la cineasta Jaione Camborda, la primera directora española ganadora de la Concha de Oro en el festival de San Sebastián por O corno en 2023. Tras pasar por el CERN, en lo que la creadora define como “un viaje abrumador, intenso y complejo, donde todo es enorme, trascendental, enorme y minúsculo a la vez”, Camborda ha creado una instalación sobre una película que no se ve, aunque existe.

El filme se proyecta en un cuarto oscuro donde la pantalla no muestra imágenes, pero se intuyen, mientras la luz del proyector crea un halo particular en función de la posición del espectador y los sonidos apelan a un idioma (aparentemente) inteligible. Otra obra a destacar entre nombres como Abelardo Gil-Fournier, Nicole L’Huillier o Alice Bucknell es Quantal Canto, de Adriana Knouf, una metafórica pieza construida con cobre, madera y cables que conecta la identidad trans de la artista con el lenguaje no binario y las superposiciones en las imperfecciones de sonido de los cúbits. “Lo queer es esa posibilidad de que una identidad, un cuerpo, una forma de vida se transforme en otra identidad. Si vas a la cuántica, esto es un dato de manual: un electrón, en cuanto lo observas, ya cambia de lugar. Por eso esta muestra es tan excitante, la intuición artística está yendo más allá de la mera analogía”, apunta Bello.

El multiverso, el nuevo Dios

“Vivimos una nueva secularización. Estamos convirtiendo en creencias una serie de hipótesis científicas que son muy complejas. Nuestras ilusiones y fantasías más locas están llenando la brecha existencial entre el mundo de las partículas elementales y el mundo de la ciencia y la filosofía clásica”, responde al otro lado del teléfono Gabriel Ventura. Este poeta y artista es el autor del reciente El mejor de los mundos imposibles (Anagrama, 2025), un estimulante ensayo sobre la nueva mística digital que, alejándose del discurso racionalista que debería caracterizar a la tecnoesfera, ha convertido la idea del multiverso “en una realidad objetiva, en un nuevo Dios, como si creer en él fuese cuestión de fe”. Partiendo del reality shifting, la práctica viral que explotó en TikTok en el encierro pandémico con vídeos de jóvenes que afirmaban cambiar de realidad a través de la concentración y la visualización, Ventura explora un panorama digital en el que la mecánica cuántica se ha instrumentalizado como milagrosa vía de escape de la triste realidad que nos rodea y de la sensación de no futuro. Aturdidos y confusos, los shifters buscan evadirse de una sociedad que, consciente de su fragilidad, ansía refugio de un presente condenado. Y no solo pasa con el multiverso. La hipótesis de las supercuerdas o el entrelazamiento de partículas, en la conversación digital, son vistos ahora como talismanes para manifestar nuestros deseos más íntimos, como esos clips de TikTok que prometen que la ecuación cuántica de Dirac sobre la relatividad restringida en realidad esconde la fórmula del amor.

“La física cuántica nos pone en medio de la ecuación, pero como sujetos conectados con materia y tiempo. Lo que nos dice es que esa interacción siempre será subjetiva, sujeta a tus condiciones y las relaciones que puedas establecer para dar sentido a otras cosas”, asegura el artista Pedro Torres

“Con la cuántica todo se vuelve más interconectado y relacional porque derriba la noción determinista de la objetividad científica del pasado. Nos pone en medio de la ecuación, pero como sujetos conectados con materia y tiempo. Lo que nos dice es que esa interacción siempre será subjetiva, sujeta a tus condiciones y las relaciones que puedas establecer para dar sentido a otras cosas”, apunta el artista Pedro Torres. Influenciado por el corte feminista y los nuevos materialismos de voces expertas en filosofía cuántica como la de Karen Barad, o el naturalismo poético de Sean Carroll, Torres entiende por qué esta mecánica nos seduce tanto.

El artista brasileño Pedro Torres junto a parte de su díptico de neón titulado 'an observation, a version' (2022).

En un sistema capitalista que parece llamado a atomizarnos y aislarnos, lo cuántico, aunque sea en lo microscópico, nos entrelaza. “Desde que entras en el mundo de las partículas fundamentales y empiezas a entender cómo funciona, miras la realidad de otra manera”, afirma este brasileño afincado en Barcelona que lleva una década indagando en archivos científicos y ando con teóricos y filósofos del tiempo, como Carlo Rovelli, para investigar distintas nociones de la idea de la realidad y preguntarse, a través de la observación artística, por la continua construcción discursiva de la historia.

Una breve quemadura, su última exposición individual en la galería Zielinsky de Barcelona, indaga en la difícil definición del presente. En la pieza an observation, a version, Torres expone un díptico de neones dispuestos de tal manera que jamás puedan ser vistos a la vez, desafiando nuestra concepción de una visión estable y lineal del mundo, para “reforzar la idea de que lo que vemos es solo una interpretación, un recorte entre infinitas versiones posibles”. Para el artista, comprender es lo de menos. “El marco cuántico tiene una forma más precisa de entender la realidad desde sus fundamentos básicos, pero no necesitamos entenderla para funcionar en el mundo”, sentencia.

Joel Edgerton, en la serie 'Materia oscura / Dark Matter'.

La gran simulación pop

Una científica traumada por el bullying que vivió en el instituto construye una supercomputadora cuántica que le permite modificar el presente para urdir su venganza (Black Mirror, 2025). Un grupo de amigos se prepara para ver un cometa e interactuarán con universos paralelos (Coherence, 2013). Un físico acaba en una versión alternativa de su vida tras construir una máquina que le permite viajar a todos los mundos posibles (Materia oscura, 2024). Un parque de atracciones ambientado en el lejano Oeste y controlado por una IA capaz de crear todos los desenlaces permite a los visitantes interactuar con androides indistinguibles de humanos (Westworld, 2020). Una migrante china dueña de una lavandería en Estados Unidos se ve obligada a explorar universos paralelos para salvar al mundo (Todo a la vez en todas partes, 2022). Una lingüista reclutada para comunicarse con extraterrestres entenderá la concepción no lineal del tiempo (La llegada, 2016). Las películas de Christopher Nolan.

Rosy McEwen en 'Bête Noire', segundo capítulo de la última temporada, la séptima, de 'Black Mirror'.

En la última década, la trama cuántica no solo ha invadido ficciones aplaudidas por crítica y taquilla. Con más de 450.000 ejemplares, fenómenos editoriales juveniles como la trilogía La puerta de los tres cerrojos (Destino), de la escritora y física Sonia Fernández-Vidal, prueban el interés que despiertan esas narrativas llamadas, como la cita que tanto se repite en internet ante cada drama, incoherencia o catástrofe del día, a “vivir en una simulación”. No todas son grandilocuentes. También se puede mezclar el humor de 13, Rúe del Percebe, de Ibáñez, con las ideas de Isaac Asimov, J. G. Ballard, Douglas Adams, y hasta crear una versión barcelonesa del Doc de Regreso al futuro.

Es lo que ha hecho Jaime Rubio con su novela Sitges (Alta Marea, 2025), una inteligente y laberíntica ficción en la que un experimento cuántico afecta a cada uno de los pisos de un edificio del barrio de Sants en Barcelona. En uno la gente se vuelve listísima, otro está anclado en 1973, otro se quedó en blanco y negro y en otra casa la persona muta de género si es de día o de noche. Ante tremendo percal, la máxima obsesión de uno de los vecinos, por ejemplo, es mantener un perfil bajo no vaya a ser que le suban el alquiler y se les gentrifique aún más la escalera, que ya tienen un Airbnb. “Mi intención era meter ciencia ficción en la vida cotidiana. Imaginarme una reacción cómica en la que los personajes responden a lo extraordinario siguiendo con sus vidas y más preocupados por el precio de la vivienda o por la wifi que por sus vidas”, apunta Rubio, señalando a cómo el absurdo lo puede empañar todo, hasta las teorías científicas más crípticas.

Frente al universo de posibilidades, la directora de Arts at CERN tiene claro por qué científicos y artistas van, últimamente, tan cogidos de la mano. “Puede que tengan procesos muy distintos a la hora de pensar, pero hay algo que los une: son personas muy determinadas que van a sufrir mucho para conseguir lo que quieren. En esencia, son todos masoquistas”.

Para ver y para leer

EXPOSICIÓN

Visiones cuánticas. Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de San Sebastián. Hasta el 8 de junio.

 

LIBROS

El mejor de los mundos imposibles
Gabriel Ventura
Anagrama, 2025. 144 páginas. 13,90 euros

Sitges
Jaime Rubio Hancock
Altamarea 2025.  288 páginas. 21,90 euros

 

DOCUMENTAL 

Locos por las partículas (Mark Levinson, 2013)

 

PELÍCULAS Y SERIES

Inception (Christopher Nolan, 2010)

Código fuente (Duncan Jones, 2011)

Coherence (James Ward Byrkit, 2013)

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

La llegada (Denis Villeneuve, 2016)

The Discovery (Charlie McDowell, 2017)

Tenet (Christopher Nolan, 2020)

Westworld (Jonathan Nolan y Lisa Joy, 2020)

Todo a la vez en todas partes (Daniel Scheinert, Dan Kwan, 2022)

Materia Oscura (Blake Crouch, 2024)

Black Mirror (Charlie Brooker, 2025)

 

 

 

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Noelia Ramírez
Periodista cultural. Redactora de S Moda desde 2012 y forma parte del equipo de Cultura desde 2022.
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