El papa del odio y la rapera BigMama
La joven rapera pide en el concierto del Primero de Mayo en Roma que paren los ataques en su contra en redes


Es domingo por la mañana en Roma. En un supermercado del barrio de Prati, un cliente ya mayor se acuerda de que la cajera —a la que por lo visto ya conoce de tiempo atrás—celebra su cumpleaños, así que la felicita y le desea que tenga un gran día. La trabajadora se lo agradece y abandona un segundo su puesto para darle un beso. Luego le pregunta:
—Y usted, dottore, ¿cómo se encuentra?
—No tengo de qué quejarme, pero si usted me da permiso, me quejo.
Los clientes que están en la cola se ríen, y el señor se vuelve hacia ellos y los saluda con una sonrisa.
¿Qué tiene que ver esto con las redes sociales?, se preguntarán ustedes —y mis jefes de la sección de Opinión—. La respuesta es que nada, pero así, de entrada, no conviene perder el norte, sobre todo cuando vamos a hablar del odio. Del que practican Donald Trump o Giorgia Meloni, capaces de fletar aviones y barcos llenos de migrantes para alejarlos de sus fronteras, sin importarles quiénes son, de dónde vienen, a quién dejaron atrás, ni siquiera si tienen algo que ver con el sitio donde los abandonan, ya sean las cárceles terroríficas de El Salvador o los centros de reclusión de Albania, cuyos presidentes aceptan hacer de carceleros por unas cuantas monedas. También del odio que se contagia veloz por las redes sociales, alimentado por el anonimato, incitado por aquellos que se muestran incapaces de ponerse en la piel del otro, de respetar su sufrimiento o simplemente su derecho a ser distinto.
El pasado día 1 se celebró en Roma el gran concierto del Primero de Mayo, un festival de música que desde 1990 organizan los principales sindicatos con motivo del día de los trabajadores. Es una gran fiesta, y no solo de reivindicación y de música, no en vano la primera frase de la Constitución italiana dice: “Italia es una república democrática, fundada en el trabajo”. Así, cortito y al pie, para que no haya equívocos. El caso es que, durante el Concertone, subió al escenario una rapera de 25 años que se hace llamar BigMama. Después de actuar, la cantante se sentó en el escenario y se dirigió a los jóvenes que la jaleaban: “Ha habido mucho odio últimamente. Muchísimo. Muchos haters en mis redes. Hablaré del tema del odio, de todos aquellos que se atreven a comentar negativamente sobre lo que haces. Yo ya no puedo más. Se está volviendo demasiado exagerado. Me pregunto: ¿por qué surge este sadismo?, ¿proviene quizás de la insatisfacción de la gente?”. Y añadió: “Si no te gusto, cambia de canal; si no te gusta mi cuerpo, asegúrate de no volverte como yo; si no te gusta lo que digo, bloquéame: pero déjame vivir. ¿Qué sabes de mi historia? De la historia de mi cuerpo. Mi cuerpo me hizo sufrir, pero lo perdono, ¿por qué no puedes perdonarlo tú? Nunca le pedí a nadie que fuera como yo, pero sí os pido a vosotros, personas inteligentes, que miren la cara de esas personas que insultan y digan: ‘Menos mal que yo no soy así”.
"Il mio corpo mi ha fatto soffrire, ma io lo perdono, perché non lo potete perdonare voi">May 1, 2025
El discurso es emocionante. Porque allí, encima del escenario del gran concierto de Roma, hay una mujer de 25 años que confiesa no entender cómo personas de la edad de sus padres se ensañan con ella cada día, por ser diferente, por tener un cuerpo que no encaja con las modas, sin que su historia de sufrimiento —un cáncer, sesiones de quimioterapia— haya servido siquiera para frenar los ataques. Por cualquier motivo, por ser mujer, por llevar tatuajes, por tener novia, por pesar más de lo que se considera conveniente.
—No puedo más, deje vivir.
Mientras, Donald Trump sueña con ser papa en su cuenta de X. El papa del odio, príncipe de los mamarrachos.
— The White House (@WhiteHouse) May 3, 2025
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