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John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional de Trump: “Al presidente no le importan las consecuencias políticas de sus actos a corto plazo”

“Lo que él quiere es el Nobel de la paz”, subraya en una entrevista el antiguo asesor del republicano

John Bolton
Macarena Vidal Liy

Poca gente conoce tan bien por dentro las istraciones republicanas de Estados Unidos como John Bolton, que ha trabajado en la política exterior de todas ellas desde los tiempos de Ronald Reagan. Con George W. Bush fue embajador ante la ONU, y en el primer mandato de Donald Trump ocupó durante 18 meses —“un récord en ese Gobierno”, recuerda riendo— el puesto de consejero de Seguridad Nacional. La relación no acabó bien: Bolton, como muchos otros altos cargos de esa istración, se marchó antes de que lo echaran. En 2020 publicó The Room Where It Happened (La habitación donde ocurrió), sobre su tiempo en esa Casa Blanca, un paso por el que acabó incluido en la lista negra de Trump. El ex alto cargo considera muy posible que el presidente estadounidense se acabe retirando definitivamente de las negociaciones de paz sobre Ucrania para centrarse en otro punto caliente del planeta donde prevea resultados rápidos. “Lo que él quiere es el premio Nobel de la Paz” como sea, aventura Bolton.

“Lo ha querido siempre, desde que se lo dieron a [el presidente Barack] Obama y él pensó que se lo habían dado sin merecerlo. Trump quiere un premio Nobel de la Paz. Que se lo den por Ucrania, o por Oriente Próximo, o por mediar entre la India y Pakistán, no importa. Si no lo consigue en Ucrania, si su amigo Vladímir Putin no da los pasos que hacen falta [para la paz], se marchará de esas negociaciones y se centrará en Oriente Próximo. Por eso ha enviado a su representante Steve Witkoff a negociar con Irán: si Israel destruye el programa nuclear iraní no ganará el Nobel, pero si puede llegar a un acuerdo con Irán para desactivarlo, sí”, sostiene en una entrevista en una gélida sala privada de un céntrico hotel en Washington.

Pregunta. ¿Es muy distinto el modo en que se está comportando Trump en este mandato que en el primero?

Respuesta. Ahora se habla de que pueda ir a un tercer mandato. Pero pienso que muchas de sus actuaciones, internas e internacionales, apuntan a que no va a intentar continuar. En el primer mandato tuvo muy en cuenta las consecuencias políticas de sus actos. Entonces logramos pararle algunas veces explicándole que lo que iba a hacer iba a acarrearle consecuencias políticas negativas. Y ahora vemos todo lo que está haciendo sobre aranceles, debates presupuestarios, acuerdos con los hutíes en Yemen sin consultar con Israelle dan igual las consecuencias políticas. Es posible que los republicanos en el Congreso paguen el pato de sus decisiones en las elecciones de mitad de mandato el año próximo, pero él ya ha dejado de tenerlo en cuenta. Le importa su propia reputación, lo que dirán de él en el futuro, pero no las consecuencias políticas a corto plazo.

P. ¿Lo ha oído decir directamente alguna vez que quiere que le den el Nobel?

R. Lo que hacía en el primer mandato era quejarse de manera interminable de que se lo hubieran dado a Obama sin merecerlo, según su visión, y repetir que él lo merecía por haber posibilitado los acuerdos de Abraham. Pero esos acuerdos solo fueron posibles, primero, gracias a un esfuerzo diplomático tremendo. Y segundo, por un cambio radical en Oriente Próximo: los Estados del Golfo se dieron cuenta de que comparten con Israel la misma percepción de Irán como una amenaza existencial. Que será el mismo motivo por el que Arabia Saudí acabe reconociendo a Israel, a su debido tiempo.

P. Trump insiste en que las negociaciones con Irán avanzan a muy buen ritmo, ¿está Irán interesado en un acuerdo con Trump?

R. Irán ha recibido golpes muy duros de Israel. Los grupos que patrocina en Oriente Próximo —Hamás, Hezbolá— han recibido una paliza, sus sistemas de misiles y de defensa antiaérea han quedado destruidos y en Siria cayó el régimen de Bachar el Asad. Irán necesita tiempo para evitar que su programa nuclear sea destruido por Israel. Están encantados de seguirle la corriente a Trump y alargar las conversaciones lo que puedan. Pero hay algo que hay que evitar, el gran fallo del acuerdo de la era Obama en 2015: no se debe permitir que Irán enriquezca uranio.

El exconsejero de Seguridad Nacional John R. Bolton, en 2019.

P. Ucrania, Oriente Próximo, Irán… son conflictos muy enraizados. Si lo que quiere es conseguir el Nobel, ¿cuál puede ser el más fácil de atajar para convencer al Comité noruego?

R. Lo intentó con muchas ganas en el conflicto entre la India y Pakistán por Cachemira hace unas semanas. Llegó a escribir en redes sociales que él había resuelto el problema de Cachemira. Pero suena a que ejerció mucha presión sobre el lado indio. Los paquistaníes le dieron las gracias públicamente, y los indios han negado que jugara un papel muy importante, así que me suena a que presionó a la India para que dejase de atacar a su vecino. Pero Trump no entiende que lo que hay detrás es complicadísimo. Él parece que va por el mundo diciendo, “acuerdos, acuerdos, puedo llegar a un acuerdo, ¿quiere usted cerrar un acuerdo conmigo?”. Pero cualquiera puede cerrar un acuerdo, si no le preocupa qué es lo que está pactando. Y Trump no sabe lo suficiente sobre la sustancia de lo que negocia para saber qué es lo que pacta.

P. ¿Y, en esta búsqueda del Nobel a toda costa, cuál sería el más peligroso que podría cerrar?

R. Lo peor que podría hacer sería mostrar demasiada debilidad y dejar que China se haga con Taiwán. Pekín está interesadísima, pero no creo que vayan a invadir: nunca han llevado a cabo una operación anfibia, y esta sería especialmente compleja. Tampoco quieren destruir la isla. La quieren con sus capacidades productivas intactas. Pero podría lanzar un bloqueo. En ese caso, si nosotros no hacemos nada, la isla caería como fruta madura.

P. Estamos a punto de llegar a la cumbre de la OTAN de junio en La Haya. Algunos países, como Estonia, planean alcanzar el año que viene el 5% del PIB de gasto militar. Otros aún no llegan al 2%. ¿Puede la Alianza sobrevivir este segundo mandato de Trump y sus exigencias a los aliados?

R. En Bruselas en 2018 estuvimos a un centímetro de retirarnos de la OTAN. Me consta porque estuve allí. Pero él tiene una capacidad de atención limitada, y se distrajo. Quizá la mejor táctica puede ser distraerle durante los próximos 44 meses… Y aunque ahora está en los tribunales, y va para largo porque Trump va a apelar la decisión en su contra [del miércoles] del Tribunal de Comercio Internacional [de EE UU], está la cuestión de los aranceles con la UE. Si se resuelve, puede ser bueno o malo. Pero si no se resuelve para el 9 de julio, no solo entrarán en vigor los aranceles, sino que Trump empezará a hablar de cómo Europa no paga lo que le corresponde en gasto militar. Y él sigue diciendo que no defenderá a ningún país que no llegue al 2% de gasto militar, así que España corre un riesgo si es que los rusos llegan hasta allí (se ríe).

P. En la cumbre de la OTAN puede salir a relucir también el interés de Trump por hacerse con Groenlandia, ¿por qué tiene esa obsesión?

R. Yo estaba al cargo cuando el tema empezó a salir a relucir en 2019, y le digo una cosa: si Trump se hubiera callado la boca entonces ahora podríamos tener este asunto resuelto. Creo que no hay casi nada en lo que no hubiéramos podido estar de acuerdo si hubiéramos tratado este asunto lejos de los focos. Pero en 2019 la historia se filtró, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, dijo que era una idea absurda. Trump replicó que la primera ministra era una mujer muy mala, y todo saltó por los aires. Estaba previsto un viaje a Copenhague para reunirnos en privado, y ni viaje ni nada. Se acabó la conversación. El plan era hablar con ellos sobre la importancia de la seguridad. Todos somos de la OTAN, estamos contra el paso de los barcos o submarinos rusos y chinos por el Ártico hacia el Atlántico norte. Solo queríamos hablar y ver qué se podría tratar. Estábamos en una conversación muy incipiente, para decir que Estados Unidos debería proteger a Groenlandia de esas amenazas. Pero ahora nos consideran a nosotros el riesgo. Trump ha tirado por la borda cosas que se han construido a lo largo de décadas de esfuerzo para establecer buena voluntad y confianza mutua. El deseo de países en todo el mundo de apoyarse en Estados Unidos, todo eso lo está haciendo añicos.

P. Groenlandia fue un aviso. Panamá fue el segundo.

R. Lo que ha ocurrido en Panamá ha sido una de las cosas más absurdas de sus primeros cuatro meses de mandato, y eso que ha hecho unas cuantas. Antes de que él empezara a hablar de invadir Panamá, José Raúl Mulino, el presidente de ese país, que estaba relativamente recién llegado, había pedido tropas estadounidenses para desplegar en el Tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, por donde cada día pasaban cientos de personas con la idea de llegar a Estados Unidos. Era la primera vez que un gobierno panameño invitaba a nuestras fuerzas al país desde 1999, cuando nuestras últimas tropas salieron después de devolver el Canal. Y Trump también tiró eso por la borda, al decir que íbamos a tomar el Canal por la fuerza. Afortunadamente, [el secretario de Estado] Marco Rubio hizo un buen trabajo en su gira por América Latina y las aguas se calmaron.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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