"La literatura y el arte, con su belleza, hacen mejor a la Humanidad, pero se levantan sobre un acervo de fatalidad. Los grandes pintores y escritores muestran eso: la belleza de la vida y también la muerte, la crueldad, la tragedia", asegura Pierre Michon en la entrevista concedida a BABELIA. En la imagen, 'Medea', de Eugène Delacroix."Mis personajes establecen relaciones ambivalentes, de amistad fuerte, de pasión y, a la vez, de antagonismo. Ya sea como rivales, ya como relaciones de padres e hijos. Quizá ahí haya algo de autobiográfico. Si pienso en mis relaciones familiares, ésa ha sido una manera de relacionarse a la que he estado muy habituado en mi vida, aunque ahora mucho menos". En la imagen, formaciones del macizo central francés, de donde procede el autor y los personajes de su último libro publicado en España 'Mitologías de invierno. El emperador de Occidente'.AFP"En mis textos suelo hablar de Faulkner, lo iro, pero no hay ninguna influencia de su escritura sobre la mía. Lo que Faulkner y Borges tienen en común, para mí, es la capacidad de hacerme llorar como una muchacha. Hay algo en ellos que me emociona hasta ese extremo".LOREDANO"Es algo mágico, sobre todo cuando se acerca el final del libro, como si el sentido del mundo se hiciera visible. Entonces, uno escribe no sólo con el ritmo de la lengua sino con el ritmo del mundo. Como si Dios existiera y hubiera puesto su mirada sobre uno".DANIEL MORDZINSKI"En mi obra hay algo de cierto sentido sacro, como en los griegos antiguos que veían dioses por todas partes. Incluso si no hay Dios, si no somos más que un puñado de huesos. Por eso la literatura tiene siempre algo de litúrgico".DANIEL MORDZINSKI"Para mí Rimbaud es lo contrario de lo que yo soy. Como Evaristo Carriego para Borges. Lo fascinante de Rimbaud es que ese muchacho de 17 años tenía la mirada y la información literarias de un hombre de 80. Un prodigio que quizá nunca vuelva a repetirse". Arthur Rimbaud fotografiado en 1871, a los 17 años de edad.ETIENNE CARJAT"Me aprendía de memoria poemas de Victor Hugo, de Baudelaire. Me encantaba su sonoridad. Pero ese tipo de literatura ya no se hacía. Así que durante 15 años, a pesar de que quería escribir, estuve bloqueado. Tenía miedo de que se rieran en mi cara. Hasta que conseguí ajustar lo solemne y lo prosaico en una narrativa que de alguna manera aspirara a producir el mismo efecto que aquellos versos".
