Apurando el último cigarro en paz
Los clientes fumadores y la mayoría de dueños de locales de ocio se resignan a regañadientes
"Una faena". Eso es lo que opina de la obligación de compartimentar Patricia Borja, gerente del conocido restaurante vitoriano Sagartoki. Ellos han habilitado un segundo comedor para fumadores, con el consiguiente gasto. "Nos va a obligar a contratar más personal y a gastar más en calefacción o aire acondicionado". Hasta ahora, el restaurante había colocado un biombo, pero Borja reconoce que es insuficiente. "No queda más remedio que utilizar otro comedor", comenta resignada. También en el restaurante Arkupe han dispuesto otro comedor. "Cuando vengan cuadrillas en las que unos fumen y otros no, tendrán que dividirse", apunta con ironía su responsable, Carmen García. El que no ve inconvenientes es Juan Muñoz, cliente de un bar de la capital vitoriana que aplaude la medida: "No fumo y me parece muy bien que por fin se nos tenga en cuenta. La idea de comer en un restaurante sin humo me encanta".
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