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José-Carlos Mainer y Santos Juliá: dos maestros de libertad

Los historiadores regresan a la librerías con sendas obras que muestran la solidez de sus planteamientos

Fachada del pabellón central de la Residencia de Estudiantes en Madrid.

Santos Juliá y José-Carlos Mainer, de la generación nacida tras la Guerra Civil y educada en la etapa más fanática y opresiva de la dictadura, con distintos anclajes, supieron encontrar respiraderos críticos, que los hubo, para afiliarse a ideas y culturas de libertad y tolerancia democráticas. Se encontraron en los coloquios que Tuñón de Lara organizaba en Pau desde 1970, un fecundo tragaluz que permitió a los jóvenes historiadores españoles compartir los desvelos teóricos y los compromisos políticos que se agitaban más allá de los Pirineos. Allí trabaron amistad y complicidad, como otros muchos, concernidos por el reto de avanzar en esa “historia en construcción” que Pierre Vilar preconizaba como cimiento para una metodología científica.

Un empeño que Mainer practicó en una obra pionera sobre Falange y Literatura, en 1971, y sobre todo en un trascendental “ensayo de interpretación” donde, en 1975, catalogó como Edad de Plata la creación cultural del primer tercio del siglo XX español, mientras Santos Juliá traducía a marxistas anglosajones y en 1977 ofrecía otra investigación precursora, La izquierda del PSOE (1935-1936). Porque también contaron —es justo recordarlo— con el estímulo de quienes, desde los entresijos de la dictadura, ejercieron un liberalismo silencioso como Francisco Ynduráin en la Universidad de Zaragoza y José Manuel Blecua Teijeiro en la de Barcelona, profesores de Mainer, y un Ramón Carande, no tan silencioso, en Sevilla, en fructífera amistad con Santos Juliá.

Se subrayan aquellos primeros pasos como historiadores porque abrieron caminos, como jóvenes maestros, para muchos otros historiadores de distintas especialidades en dos cuestiones: en su afán por conocer y aplicar críticamente las metodologías que las distintas ciencias sociales habían desarrollado en las democracias occidentales, y también por abordar la investigación de unas décadas silenciadas o proscritas durante la dictadura. En definitiva, convergieron en hacer de la historia social el arquitrabe para comprender tanto los trasiegos políticos por parte de Santos Juliá como las actividades y creaciones culturales, de la mano de Mainer.

Lo social daba solidez científica, sin duda, al estudio de la enrevesada densidad de una historia cuyas piezas estaban, desde la década de 1970, en proceso de reconstrucción democrática a la par que se desarrollaban las respectivas biografías de ambos. Porque además han compartido una madurez intelectual manifestada en una obra conjunta, El aprendizaje de la libertad (1973-1986). Publicada en 2000, ensamblaron las grandes transformaciones socioeconómicas con las claves culturales e ideológicas que asentaron la democracia en el período que analizaban. Un modelo de análisis sin presentismos ni postulados de acero inoxidable.

En este sentido, aunque sus respectivas investigaciones y publicaciones gozan de un prolongado impacto, es indispensable publicitar la envergadura de dos novedades editoriales protagonizadas por ambos historiadores. De José-Carlos Mainer, aquel ensayo de 1975, reeditado y ampliado en 1981, que ha sido durante medio siglo el “libro seminal” de un impetuoso torrente de estudios que Jordi Gracia y Domingo Ródenas analizan en un “epílogo bibliográfico” de 30 páginas, tan espléndidas, con las que podemos contextualizar la nueva edición y necesaria lectura de La Edad de Plata. Ensayo de interpretación de un proceso cultural (1902-1939).

En efecto, José-Carlos Mainer, con apenas 30 años, elaboró una síntesis puntillosamente documentada de la profunda transformación cultural que se produjo en una España que, desde finales del siglo XIX, sintonizó con la segunda revolución industrial de los motores de combustión interna y la electricidad, y también de las Internacionales obreras, el feminismo sufragista, el positivismo científico y las encrucijadas entre democracias y dictaduras. La extraordinaria efervescencia cultural y científica de aquella España mantuvo una irritante desigualdad entre los espacios urbanos, con intensos ardores de innovación y cambio, y los espacios agrarios, con ecos limitados y fragmentarios de una modernidad que lindaba con la pobreza social.

De la aportación de José-Carlos Mainer persiste el aquilatamiento de perplejidades, esperanzas y desgarros de la fascinante eclosión de vanguardias, polémicas y compromisos de los variados espacios culturales de aquel paisaje de transformación socioeconómica cuya intrincada convivencia se yuguló cuando un golpe militar ilegal e ilegítimo desencadenó la Guerra Civil.

Santos Juliá, por su parte, ha elaborado un testimonio escrito de otro muy diferente paisaje de transformación histórica, del fin de la etapa socialista de Felipe González a la fase inédita de gobiernos de coalición de socialdemócratas diversos, incluso algunos airados, presididos por Pedro Sánchez. Son más de 800.000 palabras publicadas en EL PAÍS que, truncadas por su llorado fallecimiento en 2019, constituyen una fuente excepcional para comprender las múltiples circunstancias y matices existentes en las continuidades, transiciones y retrocesos de vidas humanas, intereses y aspiraciones sociales en el devenir de la democracia española ante conflictos internos y cambios internacionales determinantes.

A partir de esta fabulosa producción intelectual, materia presumible de futuras investigaciones, Miguel Martorell y Javier Moreno Luzón, historiadores cabales y fraternales discípulos, han construido la obra Nunca son inocentes las palabras, una suculenta antología de la vibrante pasión con la que Santos Juliá examinó el presente, su presente, y defendió un determinado futuro como “observador comprometido”. Maestro de libertad, su escritura desprende la emoción de los principios morales aplicados a los comportamientos humanos; siempre con palabras precisas y diáfanas. Dos ejemplos: la tribuna tronante del día de Nochebuena de 1994: Mentir como dioses, o la del 2 de julio de 2006, Memorias en lugar de memoria. Una inteligencia tan libre persiste viva porque rompe esas trincheras que acechan en todo presente.

Nunca son inocentes las palabras

Santos Juliá
Galaxia Gutenberg, 2025
536 páginas
27 euros

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