Costa Rica: La fuga milmillonaria
Siguiendo recomendaciones de organismos internacionales, el país centroamericano ha creado enormes agujeros fiscales


Los países latinoamericanos subsisten bajo un entramado global que los obliga a priorizar el bienestar de los inversionistas por encima del de su población. Y que rara vez es cuestionado. Esta nota es parte de una serie de cinco artículos que devela el andamiaje legal internacional que sustenta múltiples injusticias.
Las instituciones internacionales llevan tiempo convenciendo países en vías de desarrollo de promover los pagos instantáneos por medio de teléfonos móviles. En seminarios, talleres y grupos de asistencia técnica, el Banco Mundial argumenta que estos facilitan el cobro de impuestos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que aumentan la seguridad y la OCDE que amplían la bancarización.
Lo que ni los Bancos ni la OCDE mencionan es que a veces es lo opuesto. Los efectos varían dependiendo de las particularidades de cada país y Costa Rica es, quizá, uno de los mejores ejemplos de ello.
En 2015, el Banco Central de Costa Rica implementó Sinpe Móvil, un servicio que permite transferir dinero o comprar bienes y servicios utilizando un teléfono móvil. Su uso se volvió extremadamente popular después de la pandemia. Hoy es el método de pago más utilizado del país, responsable de 650 millones de transacciones anuales por 21 mil millones de dólares.
Tal y como soñaban las instituciones internacionales, Costa Rica ahora está repleto de grandes y pequeños comercios donde se acepta el pago. El letrero “Sinpe Móvil” cuelga de la entrada, a veces con el logo oficial que todos pueden bajar de internet, otras con cartulinas fosforescentes hechas a mano. Hay en San José, la capital, donde sin Sinpe Móvil ya no puedes comprar.
Sin embargo, en contra de los bancos de desarrollo prometieron, Sinpe Móvil no ha mejorado la fiscalización, ni aumentado el ahorro. Por el contrario, ha creado un problema multimillonario de evasión fiscal.
El agujero
Costa Rica tiene una larga relación con organismos institucionales. El país fue miembro fundador del BID, primer miembro centroamericano de la OCDE y se ha beneficiado de miles de millones de dólares en préstamos. El actual presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, es un exfuncionario de carrera del Banco Mundial.
El Banco Mundial es un particular entusiasta de Sinpe Móvil. El organismo recomienda su extensión como de “alta prioridad” y con frecuencia lo celebra en todos sus reportes sobre inclusión financiera latinoamericana. El problema es que, fuera de los elegantes reportes del Banco Mundial, la realidad parece muy distinta. Sinpe Móvil se ha convertido en una de las principales herramientas de evasión fiscal del país, permitiendo la evasión anual de dos puntos del PIB, según estimados de Elías Villegas, exministro de Hacienda costarricense. Una cantidad enorme considerando que Costa Rica colecta solo 25 puntos del PIB al año.
Lo que los organismos internacionales no consideraron es que, a diferencia de otros Estados, en Costa Rica no existe forma de cruzar la información de las transacciones de Sinpe Móvil con los registros de contribuyentes. Esto ha permitido que negocios e individuos reciban pagos en sus teléfonos sin factura, evadiendo el pago de impuestos al valor agregado, al ingreso e incluso a los dividendos.
Sinpe Móvil facilitó las transferencias, sí, pero del mercado negro. Esto se debe a que Costa Rica tiene uno de los sistemas fiscales menos modernos de Latinoamérica. Aduanas, seguridad social, hacienda y la banca no tienen bases relacionadas y nunca se ha hecho un intento real por amalgamarse. Como menciona la diputada federal Paulina Ramírez, experta en fiscalidad, “los sistemas no están integrados. Hay 80 diferentes, lo que hace muy difícil fiscalizar”.
Así, aunque en teoría Sinpe Móvil podría hacer que las transferencias sean más rastreables, en Costa Rica no lo hace porque no hay mecanismos para dejar huellas. Sin esos mecanismos, el efecto de las transferencias móviles es el opuesto al que los organismos internacionales prometieron. Costa Rica ha abierto un enorme agujero para que personas previamente fiscalizadas fácilmente dejen de serlo.
Son muchas las promesas rotas. El ahorro no ha aumentado con los pagos por teléfono, como prometían los organismos internacionales, ha disminuido. En Costa Rica, al tiempo en que Sinpe Móvil ha subido como la espuma, el ahorro se ha colapsado en 11 por ciento. La facilidad para gastar rápido que ofrecen los teléfonos es una tentación para muchas familias. En China, se estima que el pago con teléfonos ha reducido el ahorro de los hogares en 20%, en gran medida por esa facilidad.
Recomendaciones sin evidencia
El problema es que las recomendaciones de organizaciones internacionales se implementan sin considerar a detalle sus impactos. Otro ejemplo de ello, aplicable a Costa Rica, es la expansión de los beneficios fiscales de las zonas francas.
Las zonas francas iniciaron en el país en los años noventa dando privilegios fiscales a empresas manufactureras extranjeras. Sin embargo, cuando Costa Rica ingresó a la OCDE, el organismo argumentó que tal beneficio “discriminaba” a las empresas no exportadoras. Como ha mostrado el trabajo de Alberto Barreix, consultor del BID, en respuesta a ello, Costa Rica decidió ampliar los beneficios fiscales de las zonas francas a todas las empresas, incluso a las que solo sirven al mercado local.
No existen datos de cuánto le haya costado esto a las finanzas públicas de Costa Rica, pero no puede ser poco. Tampoco existen estudios serios que demuestren si la inversión en verdad colapsaría si Costa Rica no tuviera zonas francas. O si las tuviera reguladas de manera distinta, por ejemplo, asignando privilegios fiscales con base en el número de empleos formales directos generados. La pregunta es relevante porque el país pierde miles de millones de dólares de recaudación por continuar con un modelo que pudiera ser un dogma. Costa Rica tiene mucho más que ofrecer a sus inversionistas que impuestos bajos.
Por lo pronto, los entusiastas de Sinpe Móvil abundan. Su principal argumento es que el problema de la evasión no es el mecanismo de pagos, sino los costarricenses. Sin embargo, tal visión es simplista. Por supuesto que la herramienta de pagos por sí sola no causa la evasión fiscal, pero sí la facilita.
Cerrar la fuga
Es tiempo de componer lo que Sinpe Móvil rompió. Ello requiere cambiar de fondo la forma en la que se pagan impuestos en Costa Rica. La reciente inclusión de “Sinpe Móvil” como posibilidad de facturación no es suficiente.
El sistema de pago de impuestos necesita simplificarse, integrarse y rastrearse en bases de datos relacionadas. También se requieren reformas para hacer el sistema más eficiente y equitativo. Por ejemplo, el secreto bancario draconiano de Costa Rica debería revisarse para facilitar el a la información. La tributación territorial debe revisarse y el sistema cedular también.
Lograrlo requiere valor por parte de la coalición gobernante y Rodrigo Chaves, pero sobre todo, requiere una estrategia para regular al cabildeo que ha vuelto imposible avanzar en temas fiscales. Imponer límites a las contribuciones de campaña, supervisar sus actividades, restringir la puerta giratoria y contar con un registro público de cabilderos son actividades que ya no pueden esperar.
Por lo pronto, Costa Rica podría considerar dejar de implementar las recomendaciones de organismos internacionales sin análisis previo. Las particularidades del país y su modelo fiscal son tales que las mejores prácticas de otros países pueden resultar contraproducentes dentro de Costa Rica.
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