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En colaboración conCAF

Más allá de la deforestación, América Latina encabeza la pérdida de bosque tropical primario

Brasil sigue siendo el país más afectado del mundo (con el 42% de pérdidas), seguido de Bolivia, donde la cifra se disparó 200%. En Colombia, la devastación de selva no da tregua. También preocupan Nicaragua, México y Perú

Una carretera divide en dos una zona deforestada junto a un bosque en el departamento de Guaviare, Colombia.
María Mónica Monsalve S.

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América Latina está en un lugar ambientalmente privilegiado. La región tiene casi la mitad de los bosques tropicales del mundo, un ecosistema que hace las veces de kit de emergencia para la estabilidad de la Tierra: combate el cambio climático, resguarda los recursos para que los humanos subsistan y protege la biodiversidad. Sin embargo, se trata de un privilegio que trae retos y está en riesgo: según el último análisis de la Universidad de Maryland (UMD) y Global Forest Watch, el aumento mundial de pérdida de bosques tropicales primarios incrementó 80% entre 2023 y 2024 y América Latina, precisamente, se vio especialmente afectada. Tanto así que hubo un retroceso de las ganancias logradas en países clave como Brasil y Colombia.

“Brasil registró el nivel más elevado desde 2016”, explicó Elizabeth Goldman, codirectora de Global Forest Watch del World Resources Institute (WRI), organización que estableció el programa de monitoreo. El país, dice el informe, perdió 2,8 millones de hectáreas de bosque tropical primario, principalmente por una serie de incendios sin precedentes. El 66% de este desmonte de cobertura arbórea, de hecho, fue debido al fuego, lo que representa un aumento del 560% de daños relacionados a los incendios comparado con 2023.

Los datos que arroja WRI se dan justo días después de que otra plataforma, MapBiomas, diera las buenas noticias de que, por segundo año consecutivo, la deforestación de todo Brasil cayó, con una disminución del 32% frente a 2023. Pero como explicó Goldman durante una rueda de prensa, no se trata necesariamente de una contradicción, sino que hay diferencias en las metodologías que usa y lo que mide cada una de las iniciativas.

“Nosotros hablamos de pérdida de bosques primarios, porque no sabemos si son daños causados directamente por los humanos o si son permanentes, que es lo que define la deforestación”, comenta. En otras palabras, las cifras que da WRI incluyen la eliminación de las coberturas arbóreas tanto por causas humanas como por causas naturales, incluidos incendios no intencionales. Y ahí es donde ninguno de los países latinoamericanos ha logrado progresar.

Puntos de calor respecto a pérdida de bosques 2024

En Brasil, pese a que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dio reversa a las políticas prodeforestación facilitadas por el expresidente Jair Bolsonaro, el cambio climático y la presión agrícola siguen llevando a las selvas tropicales al límite. En 2024, recuerda Mariana Oliveira de WRI Brasil, el país sufrió la sequía más intensa y generalizada de las últimas siete décadas que, junto a las altas temperaturas, alimentó los devastadores incendios. Esto, sumado a la presión agrícola, hace que lidera la lista, al representar el 42% de todo el detrimento de la selva tropical primaria.

Un zona quemada del Parque Estatal Guajará-Mirím en Nova Mamoré (Brasil), en septiembre de 2024.

En Bolivia, la pérdida se dispara y en Colombia no da tregua

Justo debajo de Brasil, en esa lista mundial, está Bolivia. Allí, la pérdida de bosque primario se disparó 200% entre 2023 y 2024, con 1,5 millones de hectáreas. La principal causa son los incendios que fueron impulsados por la sequía más severa jamás registrada. En ese segundo puesto, dice Global Forest Watch, solía estar República Democrática del Congo, pero el país sudamericano logró una desoladora ventaja a pesar de tener solamente el 40% de bosques de los que hay en su contraparte africana.

“No son destrucciones marginales”, aclaró Stasiek Czaplicki, periodista de datos y economista ambiental. “Los incendios implican carbono liberado y contaminación del aire que afecta a comunidades rurales e indígenas”. Bolivia, bajo el mandato de Luis Arce y, pese a las alertas, ha incentivado la expansión agrícola a través de subsidios, préstamos y exenciones fiscales.

Aunque el siguiente país latinoamericano en salir en la lista de los diez más afectados es Perú – en quinto lugar por debajo de República Democrática del Congo e Indonesia – el análisis de WRI hace un énfasis especial sobre lo que sucede en Colombia, en séptimo lugar y justo después de Laos. La nación dio un salto de casi 50% en pérdida de los bosques tropicales primarios entre 2023 y 2024. Pero, a diferencia de lo que sucede con Brasil, la deforestación sigue sin dar tregua: datos preliminares del Ministerio de Ambiente indican que la tala de árboles aumentó un 35% entre ambos años.

Deforestación del Amazonas en Bolivia

El principal origen detrás de esa pérdida, sin embargo, no son los incendios, sino la ganadería, las plantaciones de palma aceitera y la “inestabilidad provocada por la ruptura de las conversaciones de paz”, dice WRI, en referencia a los fallidos procesos de negociación con las disidencias de la exguerrilla de las FARC.

“Que la principal causa no sean los incendios no es para celebrar”, aclara Joaquín Carrizosa, de WRI Colombia, a América Futura. “Los incendios son solo un síntoma de una enfermedad que el país sí tiene, y los mecanismos frente al fuego siguen siendo supremamente reactivos, no preventivos”. Además, el experto aclara que más que mirar la cifra de pérdida de bosques primarios tropicales a nivel nacional, lo importante es poner la lupa sobre en qué zonas están desapareciendo.

“No todas las hectáreas cuentan lo mismo”, dice. En regiones de conectividad, como entre la Amazonia y los Andes colombianos, cada unidad de bosque almacena más carbono y resguarda biodiversidad aún más única. “Son como los tornillos más importantes de una máquina que, si faltan, puede entrar en colapso”, agrega, explicando que, en lugares como la región amazónica, ya hay zonas que están entrando en lo que se conoce como la “sabanización” o el punto de no retorno.

Los otros países de la región sobre los que WRI levanta una alarma son Nicaragua y México, que alcanzaron a entrar a los diez más afectados – en el noveno y décimo puesto, respectivamente-. En Nicaragua, el 78% de la pérdida ocurrió en la Reserva de la Biosfera de Bosawás, con 74.000 hectáreas afectadas, mientras que en México, la afectación se duplicó entre 2023 y 2024, principalmente en Campeche y Quintana Roo. Perú, por su parte, experimentó un incremento del 135% de devastación de estos bosques.

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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).
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