La reina Letizia inaugura la Feria del Libro de Madrid
El gran evento libresco reúne en el parque de El Retiro a 1.100 editoriales, además de librerías e instituciones, en 365 casetas. ¡Este año hay tortitas!

Menos mal que los libros no se derriten, porque si así fuera la reina Letizia se hubiera encontrado un charco de letras. La Feria del Libro de Madrid es un evento altamente dependiente de las condiciones meteorológicas y este viernes, en la inauguración, hizo mucho calor (de hecho, la primera tarde ya se ha decretado el cierre por calor extremo). A eso de las 11 se comenzaron a sentir esas vibraciones en el espaciotiempo que preceden a la llegada de algún miembro de la Familia Real: revuelo, expectación, mucha policía, poca diversión. Y llegó la Reina y dio la mano a muchas autoridades, entre ellas el ministro de Cultura Ernest Urtasun y el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida. No muy lejos estaba una de las incorporaciones más comentadas y esperadas: una cadena famosa por sus tortitas. ¡Tortitas en la Feria!
Comenzó el paseíllo inaugural con la directora de la Feria, Eva Orúe, como guía y la seguridad de la Casa Real haciendo un fuerte marcaje a los periodistas, entre los que se mezclaban los especializados en corazón y los especializados en literatura (si es que esto no es también corazón). “Por favor, un pasito más atrás”, es la frase que más se escuchó en la jornada, sin importar donde uno se colocase. Una caótica danza de agentes policiales, guardaespaldas, plumillas y curiosos acompañó el paseo entre algunas de 1.100 editoriales, y además de librerías e instituciones, que se dan cita en 365 casetas. “Yo soy republicano, pero estoy aquí esperando a la Reina como un niño que espera un caramelo”, dijo Fabián Cercano, un licorero llegado de Tenerife, donde regenta La Vieja Licorería, que también es lugar de acogida y préstamos de libros viejos.
El recorrido de la Reina, aunque algunos piensen que es azaroso o movido por el interés repentino, está perfectamente prefijado. “Nosotros hacemos una propuesta y luego es consensuada con la Casa Real. Suelen ser casetas señaladas por algo, como un aniversario”, explica Orúe. Por ejemplo, la editorial de relatos Páginas de Espuma, que cumple 25 años, cuyo editor Juan Casamayor, recomendó a la reina a su joven autora estrella, Irene Reyes-Noguerol. Su libro se llama Alcaravea.

La librería Rafael Alberti cumple nada menos que 50 años, y allí Lola Larumbe, la librera por antonomasia, le obsequió con varios títulos: La fortaleza / Los nuestros (La uÑa RoTa), de la dramaturga Lucía Carballal; Futuro imperfecto (Plasson e Bartleboom), de Xulia Alonso, o Prohibido morir aquí (Libros del Asteroide), de Elizabeth Taylor. “La Reina es buena lectora, eso es algo que se nota en una persona”, dijo Larumbe.
Todos los libreros consultados cuentan que la Reina, según afirma la propia Reina, va de incógnito a las librerías. Y que nadie se da cuenta. Parece jactarse de ello, como una espía genial. Así que la próxima vez que visiten una librería madrileña vigilen sus espaldas y cuiden las formas: pueden estar en presencia de la realeza. “A nosotros nos preguntó si nos encontrábamos bien en Madrid”, dice Raquel Garzón, de la librería Olavide Bar de Libros, “porque sabía que somos argentinos”. Ellos le entregaron Hasta que empieza a brillar (Alfaguara), de Andrés Neumann.

En la editorial Círculo de Tiza, la editora Eva Serrano obsequió a la monarca con el libro No soy uno de los vuestros, en el que el fotógrafo Jeosm recopila su larga trayectoria retratando a la gente de las letras (viniendo él de la subcultura del hip hop) y la novela El hombre de mi vida, de Santiago Isla (por cierto, hijo artista del ex CEO de Inditex, Pablo Isla), donde retrata a la juventud de las clases altas. En Demipage, la antología Cartas a una joven poeta y un ejemplar de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. Este año la Feria trata de la ciudad en general y de Nueva York, la ciudad más ciudad de todas las ciudades, en particular. “Hemos hablado del trabajo de las editoriales independientes, se nota que la Reina es conocedora del medio”, dice Claudia Villanueva, de Demipage.
La neoyorquinidad de la Feria tiene ciertas implicaciones políticas, aunque, como señala Orúe, el tema se eligió antes la victoria de Donald Trump. Por ejemplo, la defensa del español, que está recibiendo señales de hostilidad en Estados Unidos (la página web de la Casa Blanca ya no está en este idioma), o el hecho de que una de las coordinadoras principales, la escritora y música queer dominicana Rita Indiana, fue aconsejada por su universidad (la Universidad de Nueva York) a no dejar el país: puede que no volviera a entrar. No ha venido a la Feria. Algunos hispanos radicados en Nueva York que sí han venido son Eduardo Lago, Kirmen Uribe, Claudia Salazar, Lila Zemboráin, Mariela Dreyfus, s Negrón Montaner o Brenda Navarro. Entre los internacionales Vivian Gornick, Teju Cole, Rebeca Solnit, Junot Díaz, Katie Kitamura, Caitlin Moran o Joël Dicker.
El ‘underground’ y el Gato con Botas
Letizia se salió de lo previsto en algunas ocasiones. Por ejemplo, en la librería Tipos Infames (otra de las que visita como una ninja), donde ella recomendó un libro al librero, Gonzalo Queipo: La piedra blanda (Random House), de Rodrigo Cortés y Tomás Hijo. También se paró en la miniferia Indómitas, donde se reúnen las editoriales más artísticas, underground, rarísimas. El coordinador, el indómito Pepe Olona, de la librería Arrebato, aprovechó para regalarle un cartel que recoge un autorretrato de Lorca en Nueva York y algunos manuscritos.

Varios grupos de niños persiguieron a la Reina desgañitándose para pedir un saludo. “Letiziaaaaaa”, “¡Viva la Reina!”. Acabó el camino en el Pabellón Infantil, donde ante unos niños muchos más indiferentes a las jerarquías, procedentes del colegio privado FEM, y que la acogieron con total naturalidad, Letizia Ortiz se sentó a colaborar en la ilustración del cuento del Gato con Botas. Cuando la monitora instó a los niños tocarse la nariz, la Reina accedió entre risas; cuando la orden fue “tocarse el sobaquillo”, la Reina rehusó sabiamente: a saber qué foto podría salir de ahí.
Y así la 84ª edición de la Feria del Libro de Madrid quedó inaugurada.
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